4. Detección, Identificación e Intervención ante el Acoso Escolar


1. Conceptos y tipos de acoso

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Imagen 1. Características del acoso. Elaboración propia. Licencia CC BY-ND


Dada la complejidad e importancia de este fenómeno, nos parece imprescindible recordar someramente la definición del mismo que recoge el doctor José María Avilés:

La intimidación y el maltrato entre escolares de forma repetida y mantenida en el tiempo siempre lejos de la mirada de los adultos/as, con la intención de humillar y someter abusivamente a una víctima indefensa por parte de un abusón o grupo de matones, a través de agresiones físicas, verbales y sociales y resultado de victimización psicológica y rechazo grupal [1]

Las características principales de la conducta de acoso son:

Aunque todavía persiste el debate sobre si es una forma indirecta de acoso, o constituye una entidad independiente, hoy día, la definición de acoso no queda completa si no hablamos del acoso digital, o ciberacoso, que aporta componentes específicos al escenario del acoso, haciendo que sea más fácil de realizar para quienes agreden y más dañino para quienes lo sufren.

Hablamos de componentes del acoso para referirnos a los contenidos identificadores que están presentes y son inherentes a esta conducta. No hay un acuerdo unánime entre los autores, sin embargo, podemos enumerar los siguientes:

En la tabla siguiente, Avilés presenta otra serie de componentes complementarios cuya presencia podemos identificar observando a quienes participan o analizando el propio contexto o recurrencia.

 

Componentes complementarios del acoso (Avilés)

INDICADORES DE BULLYING FRENTE A OTRAS CONDUCTAS RELACIONADAS

INDICADORES DE OTRAS CONDUCTAS RELACIONADAS CON EL BULLYING

PERSONAJE A OBSERVAR

Intencionalidad

Casualidad

 A,V

Humillación

Derrota

A, V

Rechazo

Aceptación

V

Búsqueda

Encuentro

A, V

Inhibición en el grupo

Participación del grupo

Esp

Silencio frente a los adultos

Verbalización con los adultos

V, Esp

Recurrencia

Ocasionalidad

A, V

Superioridad

Inferioridad

A, V

Focalización

Dispersión

A

Vulnerabilidad

Fuerza

V

Paralización

Respuesta

V

Invisibilidad

Visibilidad

A, V, Esp

Gratuidad

Provocación

V, Esp

Exculpación

Argumentación

A

Indefensión

Reacción

V

A (agresor), V (víctima) Esp (espectadores)

 

En el caso del ciberacoso, se agrava la posición de quien es victimizado y se libera quienes agreden de exposición y riesgos. Avilés (2019) ha analizado sus componentes, marcando específicamente cuatro áreas de análisis:

Desde el punto de vista interpersonal, el desequilibrio de poder se agrava considerablemente en el ciberacoso.

En definitiva, acoso y ciberacoso son dos caras de una misma moneda, pero que muestran componentes diversos entre ellas.

Si lo deseas, puedes repasar los contenidos de este apartado en:

1.- ¿QUÉ ES EL ACOSO?

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Tipos de acoso

Seguiremos la clasificación que hace José María Avilés.

Esta clasificación se ve incrementada por tres acepciones más, que vie­nen definidas por los grupos que las sufren:

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Imagen 2. Ciberacoso. Elaboración propia. Licencia CC BY-ND


Las conductas que realizan las personas que practican este tipo de acoso son las siguientes:

Os invitamos a ves este vídeo de UNICEF:

El País (7 de febrero de 2018). Campaña Unicef Redes [Archivo de vídeo]. YouTube.

(Licencia YouTube estándar)

Si lo deseas, puedes repasar los contenidos de este apartado en:

2. TIPOS DE ACOSO.

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[1] AVILES, J.M. (2019) Convivir sin bullying. Madrid. Narcea

2. Agentes implicados

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Imagen 3. Los agentes implicados son los agresores, las víctimas y los testigos. Elaboración propia. Licencia CC BY-ND

2.1. Quienes sufren las agresiones: las víctimas

Me levanto sin ganas de vivir. A veces pienso en desaparecer Escribí una carta y grabé un vídeo de despedida para mis padres. Me he cortado. No quiero vivir. Me he bebido liquido del baño. El centro no es lugar seguro para mí. Sentía ansiedad de venir al IES. Me voy a subir a la terraza, me voy a tirar. Ojalá no existiera. Si me tiro por el balcón ¿Me podría matar?

Estas son algunas, solo algunas, de las frases que he escuchado en los años en que llevo dedicado a la atención de víctimas de acoso escolar. Durante los meses en los que, durante el curso 2019-20 se suspendió la presencia en los centros educativos a causa de la pandemia del Covid-19, las llamadas de seguimiento que hacemos desde el equipo de orientación en convivencia tienen casi una única respuesta al interesarnos por el bienestar del alumno o alumna: “Ahora está bien”. ¡Qué triste que un alumno y su familia se sientan así tras más de dos meses y medio de ausencia del entorno escolar!

Algunos autores comienzan la descripción de los agentes implicados en las situaciones de acoso por la tipología de las personas que ejercen la violencia hacia los otros. He querido poner en primer lugar el sufrimiento, no solo de quien la experimenta directamente, sino también el de su familia, que vive la situación con angustia, rabia, impotencia y dolor.

Algunos autores prefieren usar el término blanco o diana en lugar de víctima para tratar de descargar la connotación de culpabilidad que frecuentemente invade a quien es objeto de la violencia o agresión. Al igual que sucede con las víctimas de violencia de género, es habitual que quienes sufren situación de acoso se interpelen a sí mismos auto-culpabilizándose de una situación que a sus compañeros de clase no les pasa.

Muchos alumnos y alumnas, de muy distintos perfiles pueden, desgraciadamente, llegar a ser victimizados, no sólo aquellos socialmente débiles, o más apocados o pasivos en sus reacciones ante los ataques.

El doctor Avilés ha venido estudiando este tema desde hace ya años e indica cuáles suelen ser las características más comunes de quienes son objeto de la conducta de acoso.

En general, se admite que existen dos tipos de víctimas, una receptiva de los ataques y otra que, de alguna manera, es provocadora de ellos.

  1. La víctima pasiva. Es el tipo más común. No responde a los ataques y los acepta en silencio. Aparecen aislados/as en el sociograma. Su autoestima es baja y su comportamiento es inhibido, ansioso, inseguro y con dificultarles para defender sus derechos. Físicamente suelen ser más débiles.
  2. Víctima activa o provocadora. Dejando claro que ninguna víctima es culpable de su situación, porque la agresión no es justificable, este es un tipo de víctima con rasgos ansiosos y agresivos. Su comportamiento llega a ser molesto para el grupo, lo que tiende a que los demás justifiquen la victimización que recibe. Se les considera, de alguna manera provocadores de lo que les pasa ya que pueden generar situaciones de fuerte tensión y malestar. Son inestables emocionalmente y tienen reacciones inadecuadas, comportándose como erráticos, desconcentrados, e irritantes. Pueden llegar a ser calificados de hiperactivos.
  3. La víctima reactiva y la víctima agresiva. Estos dos tipos de víctimas son personas que reaccionan de forma agresiva a los ataques. Sufren agresiones y, al mismo tiempo, agreden a otros. Las víctimas reactivas suelen responder al agresor y, en general, se suelen mantener poco tiempo en ese papel ya que, ante la resistencia, el agresor/a suele desistir y buscar otro blanco. Esta tipología suele manifestarse en los momentos en los que los agresores/as inician los ataques exploratorios en el grupo buscando blancos fáciles. Las víctimas agresivas, también reaccionan de forma violenta, pero lo hacen hacia blancos o dianas que ellas valoran como fáciles para ellas. En ocasiones, ellos o ellas mismas son el propio blanco de su agresión.
  4. La víctima segura de sí misma. En ocasiones, los agresores eligen a compañeros/as con una aceptable seguridad en sí mismos, que son exitosos y brillantes escolarmente o que destacan en una determinada habilidad. Alumnos y alumnas a los que el grupo no tolera su alta capacidad o habilidad y con los que se ceba especialmente. Este tipo de víctima vive la agresión con incredulidad, rabia e impotencia. En los vídeos aportados como material complementario a este curso podemos acceder a los testimonios de una de estas personas y de su padre.
Vídeo del testimonio de un alumno de 1º de la ESO:
Vídeo del testimonio de un padre:

Hacemos constar que hemos contactados con varias personas que sufrieron acoso escolar hace ya décadas. Que son adultos integrados social y laboralmente y que al pedirles si querían dejar su testimonio para colaborar en este curso, han declinado amablemente la invitación al no sentirse con fuerzas para hablar de ello todavía, porque desean pasar página o porque tienen miedo a que algún vecino o antiguo compañero llegue a enterarse de su testimonio.

Cabe destacar que, en ocasiones frecuentes, ni siquiera tiene por qué ser un chico/a con rasgos concretos o notables. Un incidente o hecho puntual hace que la persona quede “marcado”. Un traspiés, una torpeza en un lance de juego o una actividad, una ridiculización en público, una felicitación excesiva por parte de un adulto, la manifestación de una discapacidad ante el grupo, o una equivocación sin intención, pueden ser el incidente crítico que desencadene una situación de acoso escolar si no son bien gestionados por los adultos y no se paran a tiempo.

Cuando detallábamos las condiciones para que una conducta sea tipificada como acoso, establecíamos como requisito el hecho de que existiera una diferencia de poder. Tenemos que advertir que se trata de una sensación percibida por la víctima y que, en ocasiones, es incomprensible para quienes no profundizan en el análisis de la situación. Se meten conmigo porque saben que estoy ilegal y no puedo hacer nada, nos relataba una orientadora al describirnos el testimonio de un menor víctima de acoso. Afortunadamente, el centro, en esta ocasión estuvo muy certero y ágil en la identificación y actuación.

Respecto a la gravedad de las consecuencias que es acoso puede tener para las víctimas, los doctores Carballo y Gómez Peñalver, en su estudio publicado en la publicación 115 del INJUVE (2017) concluyen que tras un amplio metaanálisis de investigaciones, los datos sugieren una fuerte asociación causal entre experiencias de acoso en la infancia y el posterior desarrollo de pensamientos y/o conductas autolesivas. Para estos doctores, el acoso ha de reconocerse como un factor de riesgo de salud pública que requiere de intervenciones preventivas que involucren a otros agentes tantos sociales como sanitarios.

Puedes ver una infografía sobre las consecuencias del acoso en:


4. CONSECUENCIAS DEL ACOSO

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2.2. Quienes agreden. Los y las agresores y agresoras

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Imagen 3. Agentes implicados: agresores víctimas y testigos. Elaboración propia. Licencia CC BY-ND

Es un pringado Es que él se lo busca. Es una broma. Todos lo hacemos

Quienes ejercen el rol de agresores son mayoritariamente varones, físicamente más fuertes que el resto de compañeros. Se muestran seguros de sí mismos y dispuestos a intimidar y a agredir. Suelen presentar una personalidad impulsiva, son autosuficientes y extrovertidos. En cuanto a su autoestima, los datos son contradictorios, aunque suele ser más alta que baja. Tienen tendencia a la violencia, poseyendo un temperamento reactivo. Presentan necesidad de ejercer el dominio sobre los demás, enfrentándose a los compañeros y a los adultos.

En algunos casos, los y las agresoras perciben o atribuyen erróneamente agresividad en las otras personas, interpretando y viviendo determinadas situaciones como una agresión hacia ellos mismos y reaccionando en consecuencia. Consideran el ejercicio de la violencia como la solución a sus problemas.

Si bien algunos de ellos presentan deficiencias en habilidades sociales para la comunicación y la negociación sobre lo que quieren o necesitan, en otros casos son muy hábiles en el manejo de las situaciones sociales. Tienen dificultades de autocontrol de sus reacciones agresivas y su ira.

Su nivel en la escala moral es bajo. Tienen escasa conciencia sobre la corrección y aceptabilidad de los actos que realizan, careciendo de empatía hacia los sentimientos de los demás. No experimentan sentimientos de culpabilidad y suelen tener buena capacidad para autoexculparse de la responsabilidad de sus actos negativos. Tienden a ver las situaciones sociales únicamente desde su propia perspectiva.

Socialmente tienen mala integración escolar, a causa de su forma de relacionarse con los compañeros. En el grupo son respetados a causa del miedo que provocan, aunque su conducta no es aceptada. Si bien su popularidad va decayendo a medida que aumenta la edad, se trata de alumnado menos popular que el resto, pero más que las víctimas.

Tienen una peor actitud respecto al profesorado y hacia los compañeros, que los no agresores y que las víctimas.

Muchos de ellos/as viven situaciones de desarraigo y carencias afectivas familiares.

En ocasiones, los menores que ejercen el acoso son académicamente notables, deportivamente exitosos y considerados como buenos alumnos por su profesorado, que es resistente a considerar la posibilidad de la existencia de otra faceta en la actuación de este alumno que en clase no da problemas.

Aunque cada persona tiene sus propias circunstancias y características, que cambian a lo largo del tiempo, parece existir cierta tipología entre los y las agresores y agresoras:

Dentro de este grupo hay dos subgrupos:

  1. Agresor/a activo/a, que ejerce la agresión personalmente, jactándose de su fuerza, desafiando a la autoridad, insensibles ante el sufrimiento de los demás y con descontrol emocional.
  2. Agresor/a social-indirecto, que manipula la situación haciendo que sean sus seguidores quienes se vean comprometidos.

La mayor parte de los agresores pertenecen a estos dos tipos anteriores. Sin embargo, existen también otro tipo, el de agresor/agredido. Son personas impopulares y disruptivas. Son agresores y, al mismo tiempo son también agredidos por compañeros más fuertes. Algunos autores los denominan agresores victimizados.

Como agresores secundarios, el mismo autor, indica dos  tipos:

  1. Agresor secuaz o pasivo. Se trata de personas que acompañan y respaldan la agresión pero que no actúan ni participan directamente en ella. O bien pretenden asegurarse la protección de un líder al que temen, o bien pretenden asegurar su posición en el grupo.
  2. El agresor ansioso, o reactivo. Por último, en torno a una quinta parte de los agresores y agresoras pertenecen a este grupo, que se caracteriza porque comienza a actuar de forma agresiva cuando se ven superados por la tensión que muchas veces está ocasionada por sus propias atribuciones o juicios erróneos. Son personas inestables emocionalmente, ansiosas e inseguras. En ocasiones eligen mal a sus víctimas, siendo éstas más fuertes que ellas mismas, por lo que acaban sufriendo su reacción violenta.

2.3. Quienes contemplamos lo que ocurre: los testigos

Es que él se lo ha buscado. Eso te pasa porque eres muy raro. Éste es el más vago de la clase. Tienes que aprender a defenderte. Es que es un chico muy sensible

El papel de los observadores o testigos es decisivo en el mantenimiento de las con­ductas de intimidación. Su actitud es la fuente de la que emana el sentimiento de superioridad e impunidad de la persona que agrede. La actividad o la pasividad de quienes presencian las agresiones validará o deslegitimará su conducta en el grupo y en este rol, el papel del profesorado es de una importancia capital.

Los y las espectadores y espectadoras.

Ser testigo del maltrato y permanecer pasivo, aprender a mirar para otro lado, restar importancia… genera en el grupo una opinión de que el maltrato es algo normal e inevitable.

Según Avilés (2016) un porcentaje muy alto del alumnado (el 59,8 %) no hace nada ante estos hechos, el 25,1 % declara que pasa del tema y un 34,7% declara que no hace nada, aunque siente que debería hacerlo. Entre los observadores de las agresiones hay miedo a pasar de ser testigo a ser víctima, o simplemente justifican su pasividad por no mantener lazos de amistad con la víctima.

Entre el alumnado que se decide a intervenir, un 24,7 % intenta cortar personalmente la situación y un 8,8% busca a alguien que pueda parar la agresión.

En el diseño de este curso hemos incorporado ampliamente una revisión sobre la gestión de la convivencia en los centros, los sistemas de ayuda entre iguales, la necesidad de potenciar el carácter inclusivo de nuestras escuelas e institutos y lo hemos hecho porque es imprescindible abordar el acoso desde toda la comunidad educativa, tratando de potenciar una actitud proactiva, generando compromiso y la percepción personal y colectiva de competencia para actuar y para hacerlo a tiempo y eficazmente.

Los estudios realizados coinciden en señalar que los compañeros son a quienes primero recurren las víctimas cuando deciden contar su situación, por eso es imprescindible implicar activamente a los espectadores.

Entre los testigos, se distinguen varias tipologías:

Las personas adultas.

En este centro no hay acoso Es que mi hijo es un líder. ¿Este alumno?… ¡Imposible!

Diversas investigaciones han evidenciado que las personas adultas no nos percatamos, en general, de los hechos relacionados con el acoso. Una parte muy importante del profesorado no se entera, o no comunica, lo que está pasando y tampoco se siente preparado para afrontarlo. De hecho, es el último colectivo al que el alumnado victimizado comunica lo que le sucede (Avilés, 2002; Defensor del Pueblo, 1999; Whitney y Smith, 1993). Es, en edades más tempranas, cuando el alumnado comunica más su situación de riesgo al profesorado y a sus madres y padres.

Quienes ejercen el acoso tratan de hacerlo camuflado en lances de juego, en aparentes bromas y fuera de los lugares y momentos, físicos y virtuales, en los que hay mayor supervisión adulta. En los centros tenemos turnos de vigilancia de recreo, profesorado que entra y sale continuamente de un aula, muy pocos cauces efectivos de intercambio de información entre docentes y casi inexistentes con el personal no docente. Los conserjes de instituto, las monitoras de comedor, las personas responsables de actividades extraescolares tienen ocasión de ver situaciones e indicios valiosísimos para identificar precozmente una posible situación de acoso, pero no solemos tener cauces de comunicación eficaz con ellas y ellos.

Un incidente, aparentemente puntual en un periodo de recreo, si compartimos información y advertimos que tiene por objetivo a la misma persona a la que ayer se le cayó una jarra de agua encima de la comida, que no encontraba su pendrive para entregar la presentación de clase de inglés pese a estar segura de haberla guardado en su estuche, que se ha quedado descolgada si poder integrarse en ningún grupo de los que han conformado para hacer un trabajo… puede que nos ayude a identificar el inicio de una posible situación de victimización.

También es necesario fomentar hacia el alumnado actitudes comunicativas y expresar confianza para conseguir aumentar en ellos, esa cultura de contar aquello que les pasa. En este aspecto, están mejor posicionados los padres y madres que el profesorado. Ganarnos la confianza del alumnado no es fácil, y menos aún la de quien está sufriendo y se siente avergonzado por la situación que vive, pero hay que hacer día a día un esfuerzo para que nos perciban como profesionales atentos, dispuestos a escuchar, aunque tengamos poco tiempo, interesados por su bienestar, y comprometidos con su seguridad.

3. Edades y entornos del acoso y el ciberacoso

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Imagen 4. El acoso escolar se manifiesta en las diferentes etapas educativas. Elaboración propia. Licencia CC BY-ND

Garaigordobil en su revisión de datos a nivel nacional e internacional concluye que la prevalencia y las características que rodean al acoso no varían mucho de un país a otro. Todos los estudios, sin excepción, evidenciaron la existencia del acoso escolar entre iguales, por lo que se puede concluir que es una realidad en todos los centros escolares del mundo. Sin embargo, los datos de prevalencia no son homogéneos.

Hay dificultad a la hora de comparar los datos de uno y otro país. Se utilizan distintos cuestionarios, se analizan distintas franjas de edad y se utilizan distintos métodos de investigación. Sin embargo, a juicio de esta misma autora sí parecen poder perfilarse una serie de tendencias generales:

La investigación sobre el ciberacoso es relativamente reciente, y la revisión de las investigaciones desarrolladas en España evidencia la relevancia del fenómeno y su rápido crecimiento. El ciberacoso se ha convertido en un fenómeno relevante en todos los países. Aproximadamente entre un 40% y un 55% de los escolares estaban implicados de algún modo, entre un 10% y un 50% tuvieron experiencias de victimización, aunque únicamente entre un 2% y un 7% fueron víctimas de forma severa. la violencia a través de las TIC y, dentro de ella, el fenómeno del ciberacoso se ha convertido en un problema relevante, compartido por los países desarrollados.

Garaigordobil, en su revisión de estudios llevados a cabo en los últimos diez años, a nivel nacional e internacional, concluye que:

Datos más recientes, nos aporta el V Informe  del  Servicio de Atención Telefónica de casos de malos tratos y acoso en el ámbito de los centros docentes del sistema educativo español, elaborado por la fundación ANAR, a la que el Ministerio de Educación Y Formación Profesional le asigna la gestión del teléfono (900 018 018) y cuyos datos corresponden al curso 2021 - 2022, arroja, entre otros, los siguientes datos:

 

4. El centro educativo ante el acoso y el ciberacoso.

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Imagen 5. El centro educativo ante el acoso. Elaboración propia. Licencia CC BY-ND


La respuesta educativa del centro ha de ser global y particular, fundamentalmente en dos planos, en el organizativo y en el curricular.

Desde el punto de vista organizativo El centro tiene que mostrar un compromiso por elaborar un Proyecto Antiacoso en el marco de sus estructuras y de sus documentos institucionales:

Desde el centro educativo deben tomarse decisiones importantes. Una de ellas, la creación de una estructura organizativa y de gestión donde esté representada la comunidad educativa (Grupo de Convivencia o Grupo de Trabajo Antiacoso) en el que estarán incorporadas personas legitimadas en el centro para actuar en convivencia, en acoso y en ciberacoso.

Otra decisión es la de crear figuras nuevas entre las personas adultas y entre el alumnado que tengan legitimidad para intervenir dentro del centro, desde los roles que tengan.  Especialmente importante es la labor de las tutorías individuales o tutorías afectivas, que denominan algunos centros.

Entre el alumnado, es muy significativo el reconocimiento que la comunidad educativa debe conceder al alumnado que participa en los distintos Sistemas de Ayuda entre Iguales (alumnado ayudante, hermano mayor, ciberayudantes…)

Entre las medidas organizativas debe de  potenciarse  la labor de los equipos docentes. Las tutorías se potencian designando para esta función al profesorado más competente y adecuado para cada grupo y programa y compensando de alguna forma, especialmente con tiempo, el trabajo que desarrollan estos profesionales. Tomar decisiones organizativas con los equipos docentes que permitan las reuniones de coordinación s y que compartan información de forma más inmediata frente a los casos de acoso, desde que empiezan a sospecharse o manifestarse.

Entre las medidas organizativas, está también la de la adopción de criterios de agrupamiento pensando en las relaciones de abuso, para evitarlas, y en las medidas de observación y supervisión dentro de la convivencia del centro. Haciendo participar en ellas a las personas adultas.

Son medidas importantes las de Acompañamiento y Ayuda, estar con, vivir con... No solo contando con las personas adultas, sino dando protagonismo al alumnado, generando para ellos redes que configuren cualquiera de las modalidades de sistemas de apoyo entre iguales que ellos pueden desempeñar. A las personas adultas (profesorado, familias, personal no docente...) los podemos implicar en los tiempos (escolares, paraescolares y extraescolares), en la formación (conjunta), en el entrenamiento para la observación de situaciones o para la intervención en situaciones. Y al alumnado, como parte de los sistemas de apoyo: en juegos y propuestas de recreo, estructuras de amistad, equipos de ayuda, equipos de mediación, cibermentores y en acciones de Aprendizaje-Servicio, entre otras muchas posibilidades.

No debemos dejar de establecer también medidas de coordinación con otras instancias: sociales, sanitarias, jurídicas, equipos multiprofesionales, servicios externalizados de la Administración... También son fundamentales las actuaciones para asegurar canales para comunicar y conocer las situaciones de acoso: buzón de sugerencias, teléfono, mail, web, diario de incidencias, etc.

Organizativamente hablando, una de las cuestiones que exige más atención y coordinación es cómo organizar la respuesta a los casos, los protocolos de actuación. La respuesta con­sensuada y preparada, el proceso que se desencadena cuando pasa algo.

Un esquema básico de actuación en el centro pasa por:

Desde el punto de vista de inserción curricular, sin embargo, son la in­tención y el acuerdo colectivo de los equipos docentes los que deben implementar las actuaciones en sus diferentes materias de forma coordinada:

Resumiríamos estas decisiones organizativas y curriculares en una serie de constantes o líneas de actuación que deben hacerse visibles en el día a día de las medidas que se vayan dando. Sin duda, algunas son decisivas (Avilés, 2013b):

CURSO_ACOSO_BL_3_4 EL CENTRO EDUCATIVO ANTE EL ACOSO.pdf

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Imagen 6. La ética del cuidado. Elaboración propia. Licencia CC BY-ND

5. Intervención con los distintos agentes implicados

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Imagen 7. Los agentes implicados en el acoso escolar son los agresores, las víctimas y los testigos. Elaboración propia. Licencia CC BY-ND 

5.1. Intervención con el alumnado

Intervención con el alumnado que es objeto de acoso escolar

En primer lugar, debemos detenernos a considerar que existen múltiples perfiles de alumnado víctima de acoso escolar. En el material complementario del curso, podemos ver y/o escuchar los testimonios de algunos de ellos.

Las acciones a desarrollar van a depender de la edad, situación, tipo/s de acoso/s ejercido sobre ellos, duración de la situación, experiencias previas, etapa y nivel educativo en que nos encontremos y otras muchas variables. Sin embargo, existen algunas actuaciones generales, necesarias y centrales, y unos objetivos a conseguir en el trabajo con ellas:

 Actuaciones a desarrollar:

  1. Atención inmediata y personalizada.
  2. Valorar la necesidad de solicitar la intervención inmediata de servicios sanitarios y/o cuerpos y fuerzas de seguridad del estado.
  3. Análisis de espacios y momentos de riesgo y adopción de medidas de supervisión y protección (entradas y salidas, recreos, transporte…)
  4. Informar y coordinar la actuación con la familia.
  5. Establecer una figura adulta de referencia y un lugar seguro donde acudir en caso de necesidad y establecer un plan de seguimiento.
  6. Potenciar las habilidades de afrontamiento, la evaluación de situaciones de riesgo y la capacidad de solicitar ayuda.
  7. Promover vivencias que favorezcan la autoestima y autoaceptación del alumnado.
  8. Informar y requerir la colaboración del profesorado y del personal no docente (monitoras de comedor, supervisores de recreo, monitores de actividades extraescolares, etc.
  9. Evaluar la existencia de componentes de ciberacoso y adoptar las medidas de protección adecuadas.
  10. Intervención psicopedagógica para trabajar la tendencia a la autoculpabilización.
  11. Construir un relato ficticio que promueva la verbalización de sus sentimientos, necesidades, miedos, atribuciones…
  12. Promover, en colaboración con la familia, un proceso de empoderamiento, autovaloración positiva y descubrimiento de su potencial.

Son muchas y muy diversas las situaciones en las que vamos a iniciar una primera conversación con el alumnado que posiblemente esté siendo víctima de acoso: la solicitud de una conversación privada tras observar un escrito en la pizarra; la observación de una situación comprometida en el patio; la constatación de que un alumno o alumna queda siempre excluido a la hora de conformar grupos para hacer actividades o realizar tareas… En todas ellas, debiera haber una condición previa. Todo el alumnado del centro debe percibir que el profesorado está pendiente de su bienestar y seguridad y dispuesto a escuchar a quien, en un momento dado, solicite ayuda. Esta labor de generar confianza, de conseguir que nos perciban como garantes de su bienestar, no se construye de un día para otro. Debe ser planificada, coordinada y permanente revisada en nuestro quehacer educativo.

Cuando un alumno o alumna acude a un profesor o profesora para informar de una posible situación de acoso, o es citado para recabar información, debemos trasladarle nuestra disposición a escuchar y atenderle, la garantía de que seremos cuidadosos con la información que nos proporcione, el compromiso del centro educativo con la seguridad y bienestar del alumnado y hacerlo con TODO tipo de alumnado, con independencia de su actitud o resultados académicos, nuestros prejuicios o el grado de verosimilitud que asignemos inicialmente a la situación.

Pautas entrevista alumnado víctima de acoso:
Se proponen algunas ideas y recomendaciones a tener en cuenta en la comunicación con el alumnado sobre el que hay sospecha de ser víctimas de una situación de acoso:
Canal INTEF. (6 de agosto de 2020). María Eugenia Blanco Lalinde y Miguel Ángel Modrego González. Vídeo 14 Pautas de una entrevista [Archivo de vídeo]. YouTube.

. Licencia CC BY-SA

Hacemos explícitamente la indicación de que, en ningún caso, al inicio de este proceso, se debe realizar una entrevista conjunta entre la víctima y los posibles agresores o agresoras, conformando una especie de careo que re-victimiza e intimida de manera grave al alumno o alumna que lo está sufriendo.

Actuaciones con el alumnado que ejerce las conductas de acoso

Hemos identificado este epígrafe haciendo especial hincapié en las “conductas” que el alumnado ejerce. Por muy éticamente reprobables que nos parezcan las situaciones, por mucha empatía que nos promueva la víctima, no debiéramos de perder de vista que estamos ante niños o adolescentes en época de crecimiento y desarrollo y que nuestro cometido como educadores debe ser el de promover su correcto crecimiento personal, la construcción de una personalidad sana y un compromiso ético correcto, no el de clasificar o etiquetar a las personas. Como les digo yo a mi alumnado: Tienes el derecho a meter la pata. ¡Y la obligación de sacarla! Para ayudarnos en esta necesaria reflexión, podemos visionar, entre otros, el testimonio de Dalia, una alumna de 14 años:

Entrevista a alumna acosadora:
#0 por Movistar Plus + (2 de enero de 2019). Radio Gaga: "Yo hacía bullying a la gente que veía perfecta""- Adolescentes rotos. [Archivo de vídeo] YouTube.

(Licencia YouTube estándar)

Nuestro objetivo debe ser detener el acoso de manera inmediata y para ello, el alumnado que ejerce esta conducta debe tomar conciencia de que el centro es conocedor de la situación y de su grado de implicación en la misma. Citaremos al alumnado tras haber recabado información de la víctima y los y las posibles observadores/as.

Debemos tratar de generar una actitud de reconocimiento del daño causado, de arrepentimiento y un compromiso firme de cambio inmediato (para el que debemos ofrecer ayuda), mostrando por parte de los entrevistadores una actitud respetuosa y, al mismo tiempo, firme.

Siempre y a toda costa garantizaremos la confidencialidad respecto a los informadores/as o fuentes a través de las que hemos tenido conocimiento de la situación, especialmente hacia la víctima.

Evitaremos hacer juicios de valor sobre su persona y mostraremos nuestra disposición a ayudarle en su proceso de cambio, indicándole la necesidad de asumir la responsabilidad de sus propios actos.

Debemos valorar, en función de lo que necesitamos y queremos conseguir, quién y dónde se reúne con este alumnado. En un momento podemos necesitar visibilizar la autoridad, y en ese caso acudimos al despacho de la dirección del centro, en otras ocasiones necesitamos promover y afianzar un compromiso de cambio y tal vez sea mucho más adecuado acudir al despacho de orientación, a una sala de tutoría o al aula de convivencia.

Los objetivos y actuaciones a realizar y conseguir son los siguientes:

Pautas de una entrevista. Alumnado acosador:
Canal INTEF. (6 de agosto de 2020). María Eugenia Blanco Lalinde y Miguel Ángel Modrego González. Vídeo 15 Pautas entrevista alumnado acosador [Archivo de vídeo]. YouTube.
. Licencia CC BY-SA
Actuaciones con el alumnado observador

En el apartado 3.2 de este curso, hicimos una exposición de los distintos agentes implicados en la situación de acoso y, en ella, de la distinta tipología de observadores y observadoras. En cualquier caso, en este punto debemos considerar que el acoso es una situación social que se mantiene por el silencio y la aquiescencia de quien mira para otro lado y se desentiende del sufrimiento de la víctima, del que con su mera presencia asiente y consiente, del quien jalea y anima al agresor.

Es responsabilidad de las familias y del centro educativo, el crear un proceso de educación cívica y moral que construya ciudadanos respetuosos con los derechos de los demás, comprometidos con la defensa de los derechos humanos y que, en el centro se posicionen firmemente contra las situaciones de acoso y ciberacoso.

Las entrevistas a realizar a los observadores/as de una situación de acoso, dentro del proceso de recogida de información e investigación de los hechos, deben realizarse de manera individual y, a ser posible, simultánea en lugares distintos y por personas diferentes, para evitar que intercambien información y creen estrategias que dificulten el esclarecimiento de los hechos. En caso de no ser posible la simultaneidad, nos aseguraremos de evitar la comunicación entre ellos/as, entre una entrevista y otra.

Comentaremos, en primer lugar, la obligación moral que todos tenemos de informar de la violación de los derechos de una persona cuando tengamos conocimiento de ello y la diferencia entre la delación (ser un chivato) y la protección a una víctima. Les informaremos de que el acoso se mantiene por la Ley del Silencio de los observadores.

Un buen plan de acción tutorial que contribuya a crear cohesión de grupo, aceptación de las diferencias, respeto, compromiso de cuidado mutuo, la reflexión ética, el desarrollo de habilidades de comunicación y socioemocionales, es, sin duda, uno de los pilares de prevención al que ningún centro debe renunciar. La implantación de sistemas de ayuda entre iguales, las estrategias de aprendizaje colaborativo, el aprendizaje-servicio, deben ser considerados como recursos imprescindibles para una educación de calidad.

A través, principalmente, del plan de acción tutorial, debemos de promover un cambio de perspectiva en el alumnado observador para que, rompiendo la barrera de los individualismos, se perciba como parte de un grupo comprometido con la defensa del bienestar y seguridad de todos.

Recordemos que los estudios realizados muestran que son los propios compañeros a quienes las víctimas de acoso más relatan lo que les está ocurriendo, antes incluso que a sus padres o profesores. Construir en el alumnado la confianza para que trasladen al profesorado su conocimiento o sospecha de una posible situación de acoso o acompañen a la víctima a hacerlo, es una labor imprescindible en la prevención y posibilita la actuación en los primeros momentos de la situación.

Pautas de una entrevista. Alumnado observador:
Canal INTEF. (6 de agosto de 2020). María Eugenia Blanco Lalinde y Miguel Ángel Modrego González. Vídeo 16 Pautas entrevista alumnado observador[Archivo de vídeo]. YouTube.

5.2. Intervención con las familias

Intervención con la familia del alumnado objeto de acoso

Cuando una familia, o tutor/a legal, se pone en contacto con el/la profesor/a tutor/a, o la Dirección del centro, para comunicar la posible situación de acoso escolar hacia su hijo/a, debemos tener en consideración los siguientes condicionantes:

  • Que posiblemente la situación lleve ocurriendo bastante tiempo. Ya sabemos que el alumnado suele ocultarlo, o disimular, por su sentimiento de vergüenza, temor, indefensión….
  • Que como consecuencia de lo anterior y del sentimiento de fracaso en el cuidado y protección del hijo/a, hay una fuerte carga emotiva que puede estar agravada por el hecho de haberlo padecido en el pasado o personalmente o haberlo comunicado anteriormente.
  • El profesorado debe ser muy cuidadoso en el manejo de la comunicación. Deben establecerse, desde el primer momento, unas condiciones adecuadas para crear en el alumnado y en sus familias o tutores/as legales, sentimientos de protección y confianza en el centro. La familia o tutores/as legales debe sentirse escuchada, apoyada y no cuestionada. Debe percibir un mensaje claro y contundente desde el centro en el sentido de no tolerancia hacia este tipo de conductas, así como de firme compromiso de velar por la seguridad y la integridad de todo el alumnado.
  • Es muy posible que vengan en un mal momento tuyo (problemas con otro alumnado, problemas con el sistema informático de gestión, con conexiones a Internet, mal momento personal, guardias que cubrir y falta profesorado, etc.)
  • Es posible que previamente hayan hablado con el tutor/a, otro profesor/a u otra familia y estén aún más molestos y/o enfadados.
  • Hayan intentado, sin éxito, ponerse en contacto antes y no se les pudo atender, interpretándolo como un rechazo.
  • Vienen de una muy mala experiencia previa y no confían en el profesorado ni en el sistema…
  • De la pareja, una parte es favorable a la reunión, y la otra no y/o mantienen percepciones contradictorias.
  • Acaban de enterarse de un incidente o recibir una información fuertemente molesta.
  • Otras muchas circunstancias que no nos van a permitir estar en las mejores condiciones.
  • En caso de verbalizaciones o ideación suicida y o autoagresiones, deberemos asegurarnos de que el, o la, menor recibe la asistencia médica y/o psicológica adecuada y adoptar medidas extraordinarias de supervisión y protección.
  • Se debe mantener una comunicación fluida y programada con la familia durante todo el proceso de recogida de información, intervención y seguimiento posterior durante el curso escolar.

A continuación, se proponen algunas ideas y recomendaciones a tener en cuenta en la comunicación a las familias o tutores/as del alumno o alumna que comunica la existencia de una posible situación de acoso escolar:

  • Una familia que nos comunica la existencia de un posible caso de acoso, no nos está “denunciando”. Nos está pidiendo ayuda y debemos reaccionar desde esta perspectiva.
  • Comenzaremos nuestra conversación presentándonos y, a continuación, preguntando por el estado del alumno/a. Aunque parezca una obviedad, son muchas las familias que en nuestro trabajo diario nos han comentado que es la primera vez que se lo preguntan.
  • Otra cuestión de carácter previo. Tener en cuenta la posibilidad de que la familia nos esté grabando. Tienen derecho legal a hacerlo en una conversación en la que participen, lo que puede resultar ilegal es la utilización que posteriormente se haga de dicha grabación.

Distinguiremos dos escenarios distintos de comunicación:

  1. Telefónica
  • En el caso de recibir una llamada, estar preparados para contener una intensa tormenta emocional. Hablaremos con tono calmado. Respetaremos los silencios y no nos incomodaremos ante expresiones de llanto o el uso de tonos y expresiones inadecuados. Si disponemos de tiempo limitado, lo indicaremos e invitaremos a continuar la conversación en otro momento claramente especificado.
  • Si llamamos nosotros, preguntar siempre si puede hablar en ese momento. Si no puede, solicitar cuándo puede hacerse. Recabar información sobre si el menor está escuchando la conversación. En caso afirmativo, invitar a hablar en privado.
  • Centrar el tema de conversación. Evitar los juicios de valor, no negar sistemáticamente la posibilidad del acoso. No es una situación que deseemos, pero, desafortunadamente se da en todos los centros. En este momento no tenemos datos para valorar adecuadamente la situación.
  • Evitar frases del tipo: No se preocupe En su lugar, ayudar a expresar los sentimientos y validarlos con expresiones como: Comprendemos su preocupación, que nosotros compartimos Lamentamos su sufrimiento... Preferentemente hablar en primera persona del plural: nosotros…
  • Hacer una recomendación expresa a que la familia no intente ponerse en contacto con las otras familias ni, por supuesto, con los menores. Incluso con la mejor de las intenciones y el mayor de los cuidados, no sabemos cómo va a recibir la comunicación la otra familia y es muy posible que la situación empeore notablemente.
  • Terminar recordando los acuerdos, plazos… y agradeciendo la atención prestada.
  • La familia del menor debe terminar la entrevista con la seguridad de que su petición de ayuda ha sido recibida y que el centro va a poner inmediatamente en acción mecanismos de supervisión y protección que serán revisados y les serán informados debidamente. El profesorado pedimos a las familias que nos den tiempo y es eso, justamente, lo único que no están dispuestos a darnos. Quisieran, sencillamente, haberse enterado antes, haber sabido evitar el sufrimiento de su hijo/a y, en definitiva, que la situación nunca hubiera ocurrido.
  • Por último, quedar a disposición de la familia o tutores/as legales para aclarar o informar sobre cualquier aspecto que se considere necesario.
  1. Presencial
  • Previamente deberemos cuestionarnos sobre quién es la persona más adecuada, en ese momento, para tener esa reunión y si es conveniente que esté acompañada.
  • Previo a la reunión, buscar un lugar privado, libre de posibles interrupciones y donde se pueda estar cómodamente sentados. Prever la disposición de pañuelos de papel y botellas de agua.
  • No comenzar la conversación de este tema hasta que estemos en el lugar adecuado,
  • Saludar con cordialidad. Ofrecer asiento, un vaso de agua, un café, si hay posibilidad de ello. 
  • Comenzar la reunión con puntualidad. Si no fuera posible, informar de ello a las personas convocadas y pedir disculpas por la demora. Nunca dejar esperando a las familias o tutores/as legales, sin prestarles la debida atención.  
  • Presentar a los asistentes a la reunión.
  • Informar de la confidencialidad de los datos relativos a otros alumnos/as, así como de la privacidad de la reunión.
  • En su caso, informar que se está aplicando el protocolo de actuación en casos de acoso escolar, así como de la existencia y forma de acceso de servicios de asesoramiento externo que proceda.  
  • Informar de las medidas de protección inmediata que el centro va a tomar o ya ha establecido. Preguntar a las familias si tienen alguna duda o sugerencia de modificación que hacer al respecto. Tenemos que conseguir que la familia salga de la reunión con la percepción de que se han puesto o se van a poner en marcha las medidas que entre todos se han considerado suficientes y adecuadas.
  • Agradecer la colaboración de las familias y quedar a su disposición para aclarar o informar sobre cualquier aspecto que se considere necesario.

Evitar

  • Que el espacio cree una distancia que haga sentir que nos ponemos a la defensiva ante su visita.
  • Que nuestra actitud haga sentir que negamos la posibilidad o que nos defendemos.
  • Que nos los queremos “quitar de encima”.
  • Que piensen que no se ha hecho nada. Que piensen que no se va a hacer nada.
  • Frases tipo: Es que su hijo/a es muy sensible. Es que su hijo/a se lo toma todo a la tremenda. Su hija/o es muy torpe. Es que siempre está metido en líos. Son cosas de niños, que siempre han pasado. Lo que pasa fuera del centro no es responsabilidad nuestra…
Entrevista a una familia de una víctima de acoso I:
Canal INTEF. (6 de agosto de 2020). María Eugenia Blanco Lalinde y Miguel Ángel Modrego González. Vídeo 17 Entrevista familia víctima 1 [Archivo de vídeo]. YouTube.
Entrevista a una familia de una víctima de acoso II:
Canal INTEF. (6 de agosto de 2020). María Eugenia Blanco Lalinde y Miguel Ángel Modrego González. Vídeo 18 Entrevista familia víctima 2 [Archivo de vídeo]. YouTube.

. Licencia CC BY-SA

Para finalizar

Intervención con las familias del alumnado que ejerce acoso

Posiblemente esta sea una de las situaciones más delicadas a las que nos vayamos a tener que enfrentar en el proceso. Debemos recordar la necesidad de ser prudentes en el uso del lenguaje y tratar de crear y preservar la voluntad de colaboración de las familias. Si se sienten atacadas, se pondrán a la defensiva.

Una segunda consideración. El acoso escolar es una conducta gravemente contraria a la convivencia y como tal solo puede atribuirse a un alumno o alumna tras haber desarrollado el procedimiento que en cada comunidad o ciudad autónoma haya establecido. Mientras tanto, hablaremos de problemas de convivencia, de sufrimiento de un alumno y su familia, etc.

Además de las cuestiones anteriormente expuestas, deberán tenerse en cuenta las siguientes pautas:

Preparación de la reunión.

Recepción de las familias y/o tutores/as legales.

Desarrollo de la reunión.

Entrevista a una familia de un acosador/a:
Canal INTEF. (6 de agosto de 2020). María Eugenia Blanco Lalinde y Miguel Ángel Modrego González. Vídeo 20 Entrevista familia acosadores [Archivo de vídeo]. YouTube.

. Licencia CC BY-SA

Para finalizar

5.3. Intervención con el resto del profesorado

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Imagen 8. Intervención del profesorado. Elaboración propia. Licencia CC BY-ND


Una primera consideración en este apartado es la de recomendar encarecidamente que el profesorado no intervenga por su cuenta, sino de forma meditada y coordinada con el tutor o personas encargadas de gestionar la situación. Una intervención desafortunada puede dar lugar a que se incrementen los riesgos para la víctima o se le produzca una situación comprometida que aumente su vulnerabilidad.

La fase y momento en que nos encontremos dentro de un proceso de detección de posible caso de acoso, la tipología del mismo, las características y circunstancias del alumnado implicado, la información de la que dispongamos, los antecedentes de la situación y la evaluación de riesgo percibido son aspectos que van a determinar la actuación del centro docente y, dentro de ella, el tratamiento de la información que hagamos con el resto del profesorado.

La prioridad ha de ser preservar la seguridad del alumnado posible víctima de acoso, conjugando ésta con la necesaria confidencialidad en el tratamiento de los datos de carácter personal, el mantenimiento de las condiciones de garantía procedimental y, por supuesto la distinta responsabilidad del alumnado en función de su edad.

Desde el momento en que el centro sospeche, o sea informado, de la posible existencia de una situación de acoso, la dirección del mismo debe ser inmediatamente informada, trasladando esa información al profesor/a tutor/a y a los servicios de orientación para colaborar en la implantación de los procesos de supervisión y protección, así como para incrementar la observación sobre las interacciones entre el alumnado implicado. El profesorado de Educación Física, Música, Educación Plástica y Visual y Tecnología, entre otros, por las especiales características de la metodología utilizada y el tipo de actividades y agrupamientos que suelen utilizar, van a ser especialmente valiosos a la hora de recabar y contrastar información sobre las interacciones entre el alumnado.

Al profesorado que imparte clase al alumnado implicado, le solicitaremos colaboración en la implantación de este tipo de medidas, sin aportar inicialmente más información que la estrictamente necesaria para saber sobre qué personas y situaciones deben estar especialmente vigilantes.

Evidentemente, aquel profesorado que forme parte del proceso de recogida y análisis de información deberá ser garante de la reserva de confidencialidad de los datos.

El centro educativo debe tener muy claro qué personas y en qué momento y qué contenidos pueden o deben trasladar a las familias implicadas.

El objetivo de la intervención deberá ser reequilibrar las relaciones entre el alumnado, promoviendo que quienes observan, pasen a adoptar posturas de inclusión y protección y que quienes realizan conductas de acoso, abandonen dichas conductas y queden incorporados al grupo de alumnado que mantienen conductas de respeto mutuo.

5.4. Intervención con el personal no docente

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Imagen 9. Intervención del personal no docente. Elaboración propia. Licencia CC BY-ND


Las y los conserjes del centro, las y los monitores del comedor escolar y las personas responsables de las actividades extraescolares y, en su caso las acompañantes en el transporte escolar, además de ser muy valiosas para la recogida de información, van a ser imprescindibles en la implantación de medidas de supervisión y vigilancia ante un posible caso de acoso. 

El centro educativo debe hacer que se sientan reconocidas y valoradas como parte de la comunidad educativa y mantener buenos canales de comunicación y coordinación con ellas ya que son testigos de muchas horas de convivencia entre el alumnado y de momentos en los que sintiéndose menos vigilados, pueden hacerse visibles conductas que en situaciones más estructuradas es más difícil de percibir

5.5. Coordinación con agentes externos

Inspección de Educación

Con independencia de lo que establezca el protocolo de actuación existente en cada Comunidad o Ciudad Autónoma, consideramos conveniente y necesario que Inspección de Educación esté puntualmente informada desde el comienzo del proceso de actuación ante la sospecha o comunicación de un posible caso de acoso. En su función asesora aportará al centro educativo su experiencia, el conocimiento de recursos y procedimientos de los que es posible que el equipo directivo carezca en menor medida o no esté en condiciones de prestar la debida atención en las circunstancias que concurran en ese momento.

Algunos directores y directoras son reticentes a la hora de trasladar esta información a inspección de educación y lo hacen cuando la situación ha tomado una deriva complicada, se ha llegado a presentar una denuncia ante las cuerpos y fuerzas de seguridad del estado o la fiscalía de menores. En esas circunstancias, muchas veces hay actuaciones ya realizadas de manera mejorable, no realizadas o no documentadas, cuyas consecuencias procedimentales, emocionales y relacionales son ya complicadas de revertir. Así pues, mejor informar y solicitar asesoramiento desde el primer momento. Nunca sabemos cómo y dónde va a terminar una situación y es necesario tener bien asesorada y documentada la actuación del centro.

Servicios de Orientación Educativa

Tanto los departamentos de orientación en los centros de Educación Secundaria, como los equipos de orientación y, en su caso, los equipos específicos de convivencia, son elementos fundamentales en la prevención, intervención y seguimiento de las posibles situaciones de acoso. Al igual que hemos considerado con inspección de educación, en el caso de que se trate de servicios externos debemos trasladar la información de manera inmediata e incrementar y/o establecer los procesos de coordinación adecuados.

EQUIPO DE ORIENTACIÓN EDUCATIVA EN CONVIVENCIA ESCOLAR (EOECE)

976 345 388

equipoconvivencia@aragon.es

 

Servicios Sociales y/o Fiscalía de Menores

De acuerdo con los protocolos de actuación establecidos en cada comunidad o ciudad autónoma, el centro educativo deberá notificar a los servicios sociales y/o, en su caso, a fiscalía de menores las situaciones de especial vulnerabilidad, de riesgo y, llegado el caso, de la existencia de un ilícito penal o un delito. Dado que se trata de información que sale del centro educativo, recomendamos encarecidamente contar previamente con el asesoramiento de Inspección de Educación.

Servicios Sanitarios

Como en los apartados anteriores, en este aspecto deberemos respetar lo establecido en los protocolos de actuación de cada Comunidad o Ciudad Autónoma en cuanto a los mecanismos de solicitud de asistencia sanitaria a prestar al alumnado durante el periodo de escolarización. Evidentemente, en caso de urgencia, esta deberá ser solicitada de manera inmediata, informando posteriormente a los padres o tutores legales del alumnado, cuando el alumnos o alumna sea menor de edad.

En el caso en que un alumno o alumna esté recibiendo asistencia psicológica o psiquiátrica, hay cuestiones relativas a la ley de protección de datos que debemos de considerar y respetar, al margen de la necesidad de coordinar las actuaciones en el ámbito psicoeducativo y de tener conocimiento de las situaciones de especial vulnerabilidad que requieran la implantación de medidas especiales de protección y vigilancia.

Con toda la consideración y respeto hacia los profesionales sanitarios, debemos advertir de que, en algunas ocasiones, los servicios de pediatría o psicología privados externos, pueden llegar a emitir juicios o incluso elaborar documentos en los que consideren la existencia de una situación de acoso escolar. Desde nuestro punto de vista, la situación de acoso escolar únicamente puede ser establecida por el sistema educativo, que es quien tiene acceso a la información y características de la situación y, en su caso, por los tribunales de justicia. Los profesionales sanitarios podrán y deberán informar a las familias de la existencia de situaciones de estrés, ansiedad, lesiones… que sean compatibles con una posible situación de acoso escolar.

Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado

Como criterio de carácter general, lo adecuado es que las situaciones de acoso escolar se resuelvan en el ámbito del sistema educativo. No obstante, puede haber conductas ilícitas o delictivas que hagan necesaria la comunicación a los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado, en primer lugar, por parte de la víctima, o de sus padres/ tutores legales, en caso de ser esta menor de edad, o en su defecto incluso por parte del propio centro educativo, en función de la gravedad y circunstancias que concurran en el caso.

Deberemos tener en cuenta que en caso de que sea la policía o guarda civil quien requiera información a la dirección del centro docente, ésta deberá informar de esta petición a los Servicios Provinciales de educación o entidad análoga.

Si en el apartado que dedicamos a la actuación del centro, hicimos hincapié en la necesidad de documentar las actuaciones, en esta situación tenemos la oportunidad de comprobar la conveniencia y necesidad de haberlo hecho de manera correcta y completa. Desgraciadamente, no sabemos cuál va a ser el recorrido final de este tipo de denuncias y debemos asegurar que quede debidamente acreditada la diligencia y correcta intervención del centro no solo para proteger a la víctima sino para evitar incurrir en responsabilidades de carácter civil, administrativo e incluso penal.

En el caso en que la familia o tutores legales del alumnado nos comuniquen su deseo de interponer una denuncia, la postura del centro debiera ser la de reconocer su derecho a hacerlo, si así lo consideran, y al mismo tiempo aconsejarles que, en la mayoría de los casos, es preferible agotar la vía educativa, que ofrecerá menos resistencias de colaboración por parte de las otras familias y, en el caso de menores de catorce años, será donde finalmente derive nuevamente la situación, en aplicación de la ley del menor. En cualquier caso, deberemos de tener en cuenta que si la familia del menor interpone cualquier tipo de denuncia o reclamación, esto no supone la paralización de los procedimientos y actuaciones que esté desarrollando el Centro y en ningún caso le exime de su obligación de actuar para proteger al alumno y de tomar las medidas educativas (e incluso educativas-sancionadoras) que correspondan.

Asociaciones de Víctimas de Acoso

Por último, debemos dedicar nuestra atención a la posible intervención de alguna asociación de las creadas externamente al sistema educativo y que prestan asesoramiento y apoyo a las familias y/o las víctimas de acoso desde sus propias finalidades, perspectiva y forma de actuación. En la medida en que las familias perciban un claro compromiso del centro educativo por velar por la seguridad y protección de su alumnado, la disposición de recursos competentes de actuación y se consiga generar confianza en la actuación del sistema educativo, la participación de estas asociaciones se considerará por parte de las familias como un soporte o complemento y no como una alternativa o amenaza a la actuación del centro educativo.

Mas allá de estas valoraciones, las asociaciones pueden prestar un servicio complementario para el soporte psicológico de las víctimas, cubriendo una necesidad que, en ocasiones, el sistema educativo no es capaz de atender adecuadamente por falta de recursos o de formación específica para determinado tipo de acoso o agresión.

6. La comunidad educativa y el acoso y ciberacoso escolar

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Imagen 10. La convivencia es un asunto de toda la comunidad educativa. Elaboración propia. Licencia CC BY-ND

Es la comunidad educativa en su conjunto donde deben desarrollarse las actuaciones para prevenir y combatir el acoso escolar, sin perder de vista que es una conducta violenta que, manifestándose en el ámbito educativo, hunde sus raíces en condicionamientos sociales y culturales. Hablamos de acoso, en el ámbito educativo, sin perder de vista la existencia del mobbing en el ámbito laboral, el acoso sexual, la violencia de género y el maltrato tanto a menores, como a personas de avanzada edad, como distintas formas de manifestar el ejercicio del poder de manera abusiva.

El centro educativo es el reflejo de lo que sucede en la sociedad, copiando por desgracia conductas de acoso y violencia psicológica de otros ámbitos. Debemos insertar la eliminación del acoso en la lucha contra cualquier tipo de maltrato. La intervención debe dirigirse a todos los espacios en los que sucede el acoso y debe integrar al más amplio abanico de profesionales. Todos los sectores de la comunidad educativa han de hacer aportaciones en la prevención y lucha contra el acoso escolar. Recogiendo las sugerencias de Avilés (2015) señalaremos cómo puede contribuir cada estamento a esta labor:

Las Familias [1]

El Profesorado

El Personal No Docente del Centro

El Alumnado

Personas que se relacionan con las Actividades Extraescolares

Las Administraciones

La Sociedad

Es tarea de todos y todas implicarnos en una problemática que no nos es ajena y en la que, quienes se proponen acabar con ella, no terminarán de conseguir por completo sus objetivos sin nuestra colaboración. Cada cual desde su ámbito debe participar. Siendo un fenómeno tan complejo, la intervención más cercana y central con el alumnado y con el grupo que está viviendo el acoso, debe ser asumida por los docentes.

Por último, transcribiremos las claves de funcionamiento positivo que Avilés, en su dilatada experiencia acompañando la creación de proyectos anti acoso, inciden en el éxito de estos proyectos anti acoso:



[1] Puedes acceder : https://view.genial.ly/60d451bc006b5e0dd0325ce9/presentation-5-intervencion-familiar-acoso

 

7. Evaluar el acoso y ciberacoso escolar

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Imagen 11. Evaluar el acoso escolar. Elaboración propia. Licencia CC BY-ND

7.1. La evaluación del acoso en el centro educativo

Tal y como plantea José María Avilés podemos recabar información acerca del acoso, a través de lo que cuentan, escriben, dibujan... quienes están involucrados en las acciones acoso (autoinformes); de lo que informan quienes comparten con ellos espacios y tiempo, pero no están directamente implicados, sean estos adultos o iguales (heteroinformes); y la podemos obtener observando, analizando, infiriendo y rastreando acciones, webs, datos, chats, pruebas o producciones de quienes conviven en el grupo y/o participan de los actos de intimidación.
El proyecto antibullying
AVILÉS, J.M. (2015) El proyecto antibullying

Autoinformación

Heteroinformación

Observación directa

Entrevista

Técnicas narrativas

Autoinformes estructurados

Cuestionarios

Auto-observación

Auto-registro

Dibujos

Mapas de riesgos

Planos del patio

Murales

Pegatinas

Fotografías

Información obtenida de los iguales

Métodos sociométricos

Nominación de los iguales

Puntuación de los iguales

Asignación de roles en el bullying

Natural

Artificial

Hojas de recuento

Hojas de estimación de frecuencias

Informes escritos técnicos

Alumnado supervisor

Alumnado Ayudante

Observación de Role Play

Grabación en video

Grabación en audio

 

Información de los adultos

Escalas de apreciación o valoración

Diarios de incidencia anti-bullying

Entrevistas

Hojas de observación

Reuniones de equipo docente

Nominación del alumnado por parte de adultos

 

Fuente: AVILÉS, J.M. (2015) El proyecto antibullying. Madrid. CEPE

A la hora de abordar la tarea de analizar la incidencia del acoso en el centro, deberemos de tener en cuenta la situación del mismo dentro de la trayectoria de trabajo en convivencia. ¿Hay un grupo ya trabajando en el tema? Si lo hay ¿Qué estamentos de la comunidad educativa lo integran? ¿Se ha hecho anteriormente algún estudio? ¿Se tiene experiencia en ello? etc.

Debemos detenernos a considerar los siguientes aspectos:

De la consideración, en conjunto de las variables anteriores, dependerá a elección de una/s u otra/s técnica/s. Consideraremos la posibilidad de recurrir a:

Entre los factores que nos pueden ayudar a decidir están entre otros:

Nuestro objetivo debe ser el de seleccionar o elaborar una herramienta funcional, que nos permita de manera eficiente recabar información necesaria para diseñar, elaborar o revisar el plan de intervención y prevención del centro. José María Avilés ofrece algunas alternativas de instrumentos, así como sugerencias para elaborar cuestionarios propios.

Cuestionarios PRECONCIMEI (Avilés, 2000), adaptado de Ortega, Mora y Mora-Merchán (2000).

Algunas de las herramientas disponibles en nuestro país, son:

7.2. Indicadores de observación víctima/agresor

Finalmente, con la finalidad de facilitar la observación de una posible existencia de ciberacoso, proponemos el listado elaborado por Garaigordobil y Oñederra, 2010 sobre las conductas o indicadores de observación para identificar a las posibles víctimas y agresores/as:

Indicadores de observación para identificar a la víctima
Indicadores de observación para identificar a la víctima elaborado por Garaigordobil y Oñederra, 2010

Conducta general

Conductas concretas

Conductas de miedo, huida y evitación

Falta a clase, cosa que antes no sucedía: el miedo y ansiedad le conducen a no acudir al centro educativo.

Espera a que no haya nadie para llegar o salir de la escuela. Escoge rutas ilógicas para ir y venir de la escuela. Evita hablar de temas relacionados con el colegio. Oculta el problema, la mayoría de las veces no informa a los adultos de lo que le está sucediendo.

Conductas depresivas

En ciertos momentos llora y muestra dolor físico o psíquico. Tristeza, humor inestable, poco comunicativo, está deprimido, llora con facilidad. Se muestra irascible, expresa ira o rabia. Conductas de infantilización y dependencia. En casos graves expresa ideaciones de suicidio e incluso puede llegar a realizar alguna tentativa. Somatizaciones diversas: dolores de cabeza, dolores de estómago, pérdida de apetito, insomnio, pesadillas, enuresis, vómitos, tartamudeo, malestar generalizado… Finge dolencias para evitar determinadas situaciones y entornos.

Conductas ansiosas, conductas que expresan inseguridad

Nerviosismo, ansiedad, angustia, estrés, pesadillas… síntomas que pueden derivar en ataques de pánico. Busca la cercanía de los adultos en los recreos y lugares comunes de la escuela. Se coloca en lugares alejados del resto. En clase muestra dificultades para hablar, da una impresión de inseguridad y/o ansiedad. Baja autoestima.

Dificultades en las relaciones sociales

Se aísla socialmente, en la escuela o en la calle: pasa más tiempo en casa que antes, no quiere salir con sus amigos, prefiere estar solo. Busca “amigos” y compañeros de juego de menor edad. No tiene ningún amigo, no le invitan a fiestas de otros compañeros, y tampoco organiza ninguna fiesta porque cree que no irá ningún compañero. En el aula, en el patio, en los pasillos…se le ve aislado. Es objeto de burlas, bromas desagradables, le llaman con motes, le molestan. En el juego son los últimos en ser elegidos. Suelen estar involucrados en discusiones y peleas en las que se encuentran indefensos y siempre acaban perdiendo. Adopta el rol de bufón, realizando payasadas. Como consecuencia de la situación puede comenzar a amenazar o agredir a otros (víctimas agresivas).

Descenso del rendimiento académico

Presenta un gradual descenso del rendimiento académico. Dificultades de atención y concentración, están distraídos Pérdida de interés por la actividad escolar y por el trabajo académico.

Otros indicadores de bullying

Pide dinero sin querer decir para qué lo necesita. Coge dinero o cosas de casa para saldar “deudas” que no existen, originadas por alguna amenaza o chantaje. Se queda sin bocadillo, hace las tareas de otros… Presenta señales de agresión física: la ropa rota o estropeada, lesiones externas o marcas corporales reiteradas… Le suelen faltar objetos personales: bolígrafos nuevos, estuche, calculadora, compás, pinturas… Su material a menudo se encuentra estropeado, sucio, tirado… Aparece su nombre en grafitos o pintadas en las puertas del baño y en las paredes. Rehúsa decidir por qué se siente mal, puede insistir en que no le pasa nada o usar pretextos para justificar su estado. Oculta su problema.

Otros indicadores de ciberbullying

Tiene “llamadas telefónicas extrañas” que le ponen nervioso y cuyo origen oculta. Parece alterado después de estar en el ordenador. Se muestra alterado después de ver un mensaje de texto…

Fuente: Garaigordobil y Oñederra, 2010

Indicadores de observación para identificar al agresor
Indicadores de observación para identificar al agresor elaborados por Garaigordobil y Oñederra, 2010

Conducta general

Conductas concretas

Conductas manifiestas de agresión física

Tiene comportamientos agresivos con miembros de la familia.

Agrede físicamente a sus compañeros/as.

Rompe, esconde, desordena, estropea…cosas ajenas.

Incordia y persigue a otros.

Actúa en grupo obstaculizando el paso o arrinconando a otros.

En los juegos se enfada con facilidad y con frecuencia provoca peleas.

Conductas manifiestas de agresión psicológica

Resalta constantemente defectos físicos de sus compañeros/as. Humilla y ridiculiza a sus compañeros para minar la autoestima del otro. Con frecuencia se muestra enfadado, impaciente y emplea tonos despreciativos en sus valoraciones sobre los demás. Es intolerante con los demás. Chantajea y amenaza.

Conductas manifiestas de agresión verbal

Insulta. Burla, pone motes. Habla mal de otros y calumnia. Gasta bromas desagradables a los demás.

Conductas manifiestas de exclusión social

Rechaza a algunos compañeros no dejándoles participar en tareas de grupo, tanto de trabajo como de ocio. Hace el vacío ignorando a otros. Influye en sus compañeros para marginar a alguien. Ignora los derechos de los demás.

Bajo rendimiento académico

Se siente insatisfecho, sin motivación para estudiar. Suele tener bajo rendimiento académico.

Otros indicadores

Con frecuencia suele estar involucrado en conflictos. Trata de imponer sus criterios utilizando la agresividad verbal, física o psicológica. Es impulsivo, no controla sus reacciones. Tiene baja tolerancia a la frustración.

Fuente: Garaigordobil y Oñederra, 2010

Para finalizar, puedes ampliar algunos aspectos del acoso escolar en el siguiente enlace:

Canal INTEF. (18 de mayo de 2021)  El acoso escolar no es un juego de niños [Archivo de vídeo]. YouTube.

8. Bibliografía comentada