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6. ACTIO

Dar vida a las palabras

El consejo hasta ahora era “sé tu mismo”, pero llegados a este punto el consejo evoluciona a “interpreta la mejor versión de ti mismo”. Es necesario construir puentes entre la oratoria y la actuación. No debemos olvidar que la oratoria es una actividad audiovisual: no solo cuentan las palabras sino también la persona que las emite (con su cuerpo y con su voz) y el escenario donde tiene lugar la comunicación.

Para vivir la experiencia de una conferencia sin conferenciante te recomendamos la siguiente charla (del minuto 7 al minuto 10)

El poder de la mirada y de la imitación en el aprendizaje integral from Ibercaja Aula en Red on Vimeo.

Inquietante ¿no te parece?.

Antes de continuar conviene matizar un mito muy extendido consistente en relegar la importancia de lo verbal a un 7% del total de la información percibida por el oyente frente a un 55% del lenguaje corporal y un 38% a aspectos paraverbales. Si esto fuera así, parece que todo el esfuerzo realizado en las etapas anteriores carece de sentido. Afortunadamente, estos datos varían cuando el acto comunicativo tienen una función diferente a la transmisión de emociones y sentimientos. El error tiene origen en la generalización de los estudios realizados por Albert Mehrabian que exclusivamente estudian la relación entre la información verbal y no verbal en comunicaciones de tipo emocional y sentimental.

En cualquier caso, aunque no le asignemos unos porcentajes tan elevados, es un hecho que los factores no lingüísticos regulan nuestro mensaje verbal pudiendo ampliarlo, reducirlo o modificarlo. En ellos reside la credibilidad, el ánimo, la seguridad, la convicción… y, aunque están muy ligados a la personalidad, conviene que sepamos aprovechar sus posibilidades al máximo: corrigiendo los defectos y mejorando los hábitos.