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1. Empoderamiento hoy, en el centro educativo

Las personas que nos dedicamos a la docencia, sabemos que el aula es el lugar donde aprendemos datos, estrategias, procedimientos…, aunque mucho de lo que aprendemos no es de forma consciente, sino a través de todo aquello que, aunque nos parece oculto, se hace explícito, por nombrarlo o por omitirlo, y que nutre, de manera constante, el ideario en el que nos formamos.

Cuando nos dedicamos a la docencia sabemos que los espacios, los tiempos, las estructuras también educan y no solo los contenidos impartidos dentro de un aula. Por ello es importante dedicar tiempo a diseñar estos espacios, tiempos y estructuras de forma acorde a lo que queremos transmitir. Así, nuestro mensaje será coherente. Estará repleto de los valores que queremos hacer llegar, y no solo de una manera formal, sino de una manera real.


Es importante que, para conseguir la coherencia de la que hablamos,  la propuesta de valores que hacemos sea planificada y acordada por el equipo que trabaja con el mismo grupo de alumnado. Aunque hay decisiones que son de cada docente, cuando hablamos de educar en valores, hemos de pensar en equipo.

La promoción de igualdad real, como todos los valores, ha de ser algo previamente adquirido por el profesorado, y no solo de manera cognitiva.

Cuando educamos en la promoción de igualdad real, trabajamos, de forma teórica y práctica en VER a la otra persona, CRECER junto a ella, respetarNOS y cuidarNOS.

Las aulas, el centro educativo, son reflejo de los valores que vivimos; por lo tanto, podemos transmitir de forma consciente y planificada aquellos valores en los que creemos y que ayudan a construir un mundo donde todas y todos tenemos una igualdad real y efectiva.

La escuela ha de transmitir una serie de conocimientos, valores y actitudes a todos los sujetos que la constituyen, niñas y niños. Ha de potenciar las habilidades necesarias para que cada una las integre en su personalidad, es decir, se pretende que toda persona tenga la oportunidad de potenciar aquellos valores, actitudes y conocimientos que posibilitan un desarrollo integral de su personalidad, lo que, a su vez, le permitirá una integración responsable y participativa como miembro de la sociedad en la que se vive, sin hacer diferencias por razón de género.

Esto supone un gran reto para la comunidad educativa ya que su tradición histórica no ha sido esa. La escuela ha ido transmitiendo valores culturales y actitudinales que sostenían el sistema en el que se creaba y tomaba forma, y eso incluye haber transmitido valores diferenciados para niños y niñas.


Propuesta de reflexión:  Puedes visionar el vídeo “Romper estereotipos de género en los colegios”. Y reflexionar sobre lo que surge en las respuestas del alumnado.


Esta transmisión diferenciada se debe a que el sistema educativo está inmerso en una sociedad que arrastra principios androcéntricos y patriarcales, propios de las antiguas culturas de las que procede, provocando en primer lugar la existencia de funciones o roles sexuales distintos para hombres y mujeres, lo que implica la necesidad de potenciar en cada uno de ellos capacidades, habilidades, etc. acordes con el rol asignado; en segundo lugar, un género, que es el que domina: el varón, ya que su papel lo desempeña fundamentalmente en la vida pública, siendo este más valorado socialmente que las tareas pertenecientes al mundo privado, asignadas tradicionalmente a la mujer.

Para perpetuar este tipo de sociedad es necesario transmitir valores, hábitos, etc., de generación en generación, y la escuela es uno de los agentes que tiene esa función, aunque no el único. De esta forma, los miembros de una sociedad llegan a asumir unos comportamientos, valores, etc., diferenciales según el género al que pertenecen.

Sin embargo, a pesar del empeño de cualquier sistema social por perpetuarse, este nunca llega a ser totalmente estático sino que va sufriendo lentas modificaciones a lo largo de los años. Lo que obliga a su readaptación si quiere seguir persistiendo.

Esto es lo que ha ido ocurriendo con respecto al papel y por tanto características de la mujer en el mundo actual y podríamos decir que también del hombre.

Hoy día muchas mujeres no solo se dedican a tareas domésticas y a educar a sus hijas e hijos, como era lo tradicional, sino que también forman parte del mundo laboral, obligando esto a modificar los roles típicamente femeninos y masculinos dentro del hogar, o bien a una sobrecarga de funciones en la mujer al verse obligada a realizar doble jornada, en el trabajo y en la casa.

Merece la pena dedicar tiempo para  analizar si ese papel doble que asumen la mayoría de las mujeres es sostenido por ellas mismas o solo es impuesto desde el entorno.

Algunos hombres comienzan a intervenir activamente en la educación de sus hijos e hijas, por lo que desarrollan habilidades que por educación no poseían ya que tradicionalmente se consideraban “cosas de mujeres”.

 

Propuesta de reflexión: Puedes visionar el siguiente enlace y extraer cuáles de las ideas formuladas, trabajas de forma consciente en el aula.