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Aprender haciendo

El filósofo, pedagogo y psicólogo John Dewey (2004) fue uno de los más firmes defensores en la era moderna de “aprender haciendo”, una de las formas de alcanzar el tan ansiado aprendizaje significativo que pretendemos en nuestro alumnado. En un ámbito eminentemente aplicado como el arte y el diseño estamos de enhorabuena, pues las oportunidades de aprender haciendo son mucho más numerosas que las de otras disciplinas más básicas o teóricas. Pero ¿cómo maximizar las oportunidades de aprendizaje?

Hay varias metodologías docentes que de una manera u otra trabajan con los ingredientes del aprendizaje significativo que hemos mencionado hasta ahora: estimulan el intercambio de información entre memoria a corto y largo plazo, satisfacen las necesidades psicológicas básicas, proporcionan oportunidades frecuentes para chequear el progreso y proporcionar feedback al respecto, etc. Nos centraremos en algunas de ellas, las que tienen un mayor recorrido y una eficacia ampliamente contrastada.

Tutoría entre iguales

Ya lo decía Joubert: “enseñar es aprender dos veces”. ¿Y si hiciésemos que nuestro alumnado se enseñase reciprocamente? Esta misma pregunta se la hizo Eric Mazur hace unos años cuando enseñaba física en Harvard. Puso a prueba el método, siendo los resultados altamente satisfactorios. Había nacido la tutoría entre iguales (puedes ver un vídeo aquí, o descargar una guía rápida en español del blog oficial de la tutoría entre iguales creado por el propio Mazur aquí).

Normalmente la tutoría entre iguales requiere la explicación previa de un concepto (puede ser a través de vídeos que los estudiantes ven antes de acudir a clase siguiendo el modelo de la clase invertida que explicaremos en el apartado Ponemos la clase “patas arriba”). El profesorado pide que individualmente el alumnado responda a algunas preguntas o indique con qué conceptos ha tenido dificultad. En clase el alumnado trabaja por pares o en pequeño grupo contestando preguntas sobre aquellas cuestiones que resultaron ser dificultosas.

La evidencia disponible indica que se obtienen mejores resultados con la tutoría entre iguales que con las clases expositivas tradicionales (Balta, Michinov, Balyimez, & Ayaz, 2017).

Los ABPs

Entre las metodologías activas destacan dos con un nombre (y otros muchos aspectos) parecidos: el Aprendizaje Basado en Problemas (ABP) y el Aprendizaje Basado en Proyectos (¡ABP también!). En la figura podemos ver algunas de las diferencias entre estos dos tipos de aprendizaje. En este enlace puedes ver un vídeo sobre Aprendizaje Basado en Proyectos y en este otro un vídeo sobre Aprendizaje Basado en Problemas.

Como podrás deducir, ambas metodologías se diferencian, entre otras cosas, en el punto de partida (un problema vagamente definido en el caso del aprendizaje basado en problemas o un proyecto que desarrollar en el caso del aprendizaje basado en proyectos) y en el punto final (una solución, normalmente abierta, al problema en el primer caso y un producto en el segundo). A pesar de las diferencias, ambos métodos persiguen un aprendizaje significativo de los contenidos de la asignatura y la transferencia de este aprendizaje a un escenario práctico, lo más similar posible a la vida real.