El ecosistema bosque: los vectores en la naturaleza
Para entender las propiedades de red que se conectan con cada uno de los vectores HIP, es muy útil mirar hacia la naturaleza.
Animales, plantas y ecosistemas completos sobreviven gracias a que funcionan como redes colaborativas (este es el caso de los estorninos o el caso de los insectos y las flores); como sistemas abiertos (que permiten el intercambio de energía y materia de la célula o la fotosíntesis de la hoja); ágiles (adaptadas a sus necesidades como vemos en ejemplos tan extremos como el del caracol o el guepardo); que prueban (cómo el pájaro cuando hace su nido cada temporada, aprendiendo por imitación y a base de prueba y error); que se mezclan e hibridan (como los diferentes magmas del granito); y se comunican (como la planta en un bosque, que constituye una estructura modular, colaborativa, distributiva y sin centros de mando).
Probablemente bastaría con aplicar las soluciones que las plantas adoptan para solucionar muchas de las dificultades que observamos en las organizaciones.
Esta sería la metáfora más bella de lo que sería un ecosistema HIP: el de las micorrizas que se encuentran en el suelo de los bosques. Estas son la simbiosis entre un hongo y las raíces de una planta.
La planta recibe del hongo principalmente nutrientes minerales y agua, y el hongo obtiene hidratos de carbono y vitaminas. Y lo más sorprendente es que sirven de nexo de unión entre las plantas por lo que estas pueden comunicarse y protegerse entre sí. El sistema que se crea en el subsuelo es llamado el “internet de las plantas” y responde a la lógica de los vectores del modelo HIP.
Recurso: “La fascinante red de comunicación entre árboles que se esconde bajo tus pies”. Vídeo de BBC News World.