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Evaluación

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La evaluación en la clase de instrumento es continua. Desde una perspectiva psicológica el profesor de conservatorio tiene mucho poder sobre el alumno que realiza su interpretación y su estudio. Puede opinar sobre los errores y las virtudes de una interpretación de un modo tal que a al alumno no le queden más ganas de seguir tocando. O puede hacerlo de un modo tal que aún señalándole los mismo errores, las mismas virtudes le estimule a seguir interpretando y a corregir los errores.

Por eso los roles que tiene el profesor como evaluador es extraordinariamente delicado, para bien o para mal. Muchas veces esa evaluación se transforma en una voz interior en el alumno que cuando es inmaduro puede hacer mucho daño: la exigencia. En ocasiones se cree que la exigencia debe ser alentada para llegar a la excelencia, y a veces no conduce a la excelencia que dice promover.

  • Rol programador: En la exigencia existen dos elementos importantes: el programador y el realizador, que en este caso serían el profesor y el alumno. El primero indica el camino y el segundo los ejecuta. La exigencia es una manera que tiene el programador de comunicarse con el realizador para que el realizador cumpla con las acciones que él cree que son importantes que cumpla. El programador cree que el realizador no tiene vida propia, no existe como entidad con cierto grado de autonomía; cree que tiene que estar siempre disponible a las órdenes que él le da y cree que el cuerpo siempre tiene que estar disponible para ejecutarlas. Entonces no le pregunta cómo está. Su actitud básica consiste en el “tienes que”. El realizador responde al principio, pero puede ser que en un futuro se agote y esto genera un sobreesfuerzo, no tener suficiente descanso mental y todo esto generará el stress. El stress está hecho de un “tienes que” que no escucha al que lo va a hacer.

  • Rol evaluador: La transformación de una actitud exigente en una actitud que propone, propicia, consulta, respeta y alienta, significa curar la exigencia. Se puede aprender a evaluar sin enjuiciar. Cuando el evaluador tiene cierta madurez, busca la manera de ayudar a corregir los errores. Es bueno que el profesor distinga lo que no sirve de lo que no le gusta (algo muy común en el campo instrumental), que aprenda a evaluar sin enjuiciar algo que evalúa. Esto es importante para el crecimiento psicológico del profesorado y del alumnado. Si el profesor-evaluador descalifica permanentemente, eso inmoviliza, paraliza, no deja fluir, no deja mover al alumno, porque para poder moverse en la vida tiene que sentir un cierto respaldo. Y el alumno busca ese respaldo en la figura de su maestro.