2. Origen y sostenimiento ideológico de las violencias machistas
Durante los últimos años han aparecido datos preocupantes referidos a las diferencias entre géneros: resultados académicos, elección de especialidades profesionales, asertividad, motivación, etc. Los varones realmente están abandonando los estudios antes y con peores resultados que las mujeres. Pero esto es solo un síntoma de un problema con mayor trasfondo.
Las personas que más de cerca viven estos procesos de diferenciación y reducción de posibilidades vitales por cuestión de género son las y los educadores y, en muchas ocasiones, es desde aquí donde proviene la demanda de intervención y seguimiento. Entre otras cuestiones resaltan el creciente abandono de los varones de sus estudios y la pronta incorporación a un mercado laboral (de forma precaria) frente a la creciente competitividad y mejor desarrollo académico de las mujeres (Barragán, 98).
El futuro que se dibuja pasa por una proletarización educativa de los varones y una culturización y capacitación de las mujeres. También sucede que no todas las mujeres acceden fácilmente al mercado laboral a pesar de su mayor y mejor formación y, si lo hacen, es siempre percibiendo salarios inferiores y con la imposibilidad de alcanzar altas cotas de poder y dirección en el seno de las empresas (Gil Calvo, 1997, 43 y ss.). Esta desigualdad básica se integra y reproduce a través de las escuelas y de las estructuras de género del proceso educativo. En definitiva existe un cambio social de las mujeres pero los hombres no han iniciado movimiento alguno, lo que paraliza un ajuste adecuado de las estructuras sociales hacia la igualdad.
A la vista de esta realidad que se plasma cada día más claramente en las aulas, surge la necesidad de definir qué ideologías y qué concepciones son las dominantes relacionadas con el género, y cómo estas pueden determinar o no los resultados académicos, el comportamiento diferencial en lo doméstico, en la expresión pública y privada de la masculinidad, en las relaciones inter e intra género y en las estrategias para el cambio de condición de género en pro de la igualdad y la equidad entre mujeres y hombres.
La información que aquí se presenta es el resultado de una investigación diseñada para captar las ideologías y las concepciones espontáneas de las y los jóvenes entre 14 y 18 años con relación a la creación y mantenimiento de las masculinidades. La investigación de se ha realizado en los últimos tres años y ha contado con la participación de 126 jóvenes de 3º y 4º curso de Educación Secundaria Obligatoria (ESO) en Santa Cruz de Tenerife, Valencia y Madrid. Además, se incluye una experiencia de intervención realizada posteriormente en un centro de educación secundaria en Sagunto.
Analizamos el significado y las consecuencias de algunas de las ideologías y concepciones que los jóvenes plantean con relación a las masculinidades. Al final y para completar el estudio aparecen una serie de propuestas de cambio para los currículos que, a nuestro entender, facilitarían el cambio hacia la igualdad minimizando, en la medida de lo posible, algunas de las consecuencias más perniciosas de la diferenciación de género.
El caso que nos ocupa hace referencia concreta a lo que sucede en la escuela con las relaciones y las vivencias de chicas y chicos adolescentes desde una perspectiva de género. En especial se centrará la atención en cómo las estructuras de género influyen en la formación y el desarrollo de las y los jóvenes dentro de los cinco ámbitos que a continuación se señalan.
La obtención de los datos y su análisis se realiza teniendo en consideración cinco ámbitos que consideramos clave, partiendo de un estudio preliminar y siguiendo la metodología de consenso entre tres jueces expertos. Surgen todos de un análisis previo de la expresión del tradicional conflicto en torno a la polarización genérica y a la definición de lo masculino. Los ámbitos son los siguientes: académico, doméstico vs. público, expresión pública y privada de la masculinidad, Relaciones intra e inter género y estrategias para el cambio.
1- Desde la perspectiva de lo académico, analizamos no solo los resultados o el nivel de fracaso, sino también la tendencia y elección de asignaturas optativas según el modelo abierto del nuevo plan de enseñanza para 3º y 4º de ESO (Enseñanza Secundaria Obligatoria) y cómo estos factores pueden estar definidos desde las identidades de género patriarcales. Este ámbito es de vital importancia, ya que fue su observación en la escuela lo que dio lugar a los estudios preliminares, en concreto, en relación con las dificultades de aprendizaje de los varones y su alto índice de fracaso escolar. También se incluye una revisión de los juegos y la motivación por el logro, por entender que en estos aspectos continúan las diferencias.
2- Al hablar de ámbito doméstico y del público, enfrentamos dos espacios de poder tradicionalmente asumidos como femeninos y masculinos respectivamente. Podría parecer que esta oposición ya no existe y que hombres y mujeres comparten de igual modo ambos espacios, pero la realidad es bien distinta a la vista de los resultados, lo que justifica sin duda atender a factores como la distribución de las tareas en el hogar, las representaciones de lo femenino y masculino que se hacen dentro de la casa, la expresión de la paternidad y la maternidad y la distribución del ocio. Es otro de los indicadores más cotidianos que miden cuánto ha cambiado la sociedad en el sentido de igualdad entre géneros.
3- El tercer ámbito se refiere a cómo se visualiza y aprende la masculinidad, o lo que es lo mismo, la representación social de la experiencia masculina, de la masculinidad aprendida y reforzada desde lo cotidiano. Los hombres, y las mujeres por imitación del modelo imperante, resignifican el éxito y la violencia como indicadores de pertenencia a un género dominante. En este apartado también se analizan el androcentrismo presente en todos los espacios sociales y la necesidad de diferenciar entre mujeres y hombres como dos realidades contrapuestas e irreconciliables. Por último se atiende también aquí la homofobia como factor reafirmante de la masculinidad, gran fantasma que hace inseparables cuestiones de orden distinto, como son la identidad de género y la orientación del deseo.
4- Completando la expresión de la masculinidad, en el cuarto ámbito se trata la interacción entre personas del mismo y distinto género, cómo estas responden a la norma social y cómo se expresan: ¿qué tipo de dificultades genera una perspectiva masculina de las relaciones inter e intra género? El ámbito comprende las relaciones de amistad, amor y sexualidad, aun teniendo conciencia de que los conceptos no definen realidades estrictamente separadas, ya que en lo cotidiano se superponen y combinan.
5- Por último, hablando de estrategias para el cambio, se dará un repaso a lo que podría ser un cambio hacia la igualdad que se propugna desde los medios públicos pero que, solo en contadas ocasiones, se manifiesta en lo cotidiano o en lo privado. Se pregunta en este apartado por el grado de concienciación para el cambio, las explicaciones que chicas y chicos dan a las realidades de discriminación y las estrategias reales con las que cuentan para realizar esos cambios hacia la igualdad entre los géneros. Tratándose de temas tan extensos e interconectados como los aquí tratados, resulta lógico que el trabajo de investigación sea abierto, participativo, interactivo y difícilmente reducible a lo meramente numérico. El tipo de metodología empleada es, por lo tanto, básicamente cualitativa y se ha partido de un análisis basado en dos estudios: en el primero se trabaja sobre las ideologías derivadas de los grupos de discusión mixtos y mono-genéricos (tres grupos por centro). En el segundo estudio se analizan las concepciones espontáneas surgidas de entrevistas personales a 10 chicas y 10 chicos por centro.
La estructura diferenciada de géneros dificulta especialmente en los varones: las relaciones personales y la construcción de una identidad personal sólida (y por tanto la autoestima y la motivación por el cambio). De algún modo se están educando varones adolescentes inmersos en el conflicto y la apatía, incapaces para relacionarse y con un profundo miedo a equivocarse.
En consecuencia, el problema que se plantea en esta investigación y en la posterior intervención es doble: por un lado, el análisis y la comprobación de las dificultades que genera el actual sistema de representación del género en la escuela. Por otro, el planteamiento crítico del origen de esos conflictos y la posible elaboración de pautas educativas que corrijan las circunstancias discriminatorias y las dificultades de entendimiento entre mujeres y hombres.
El sistema educativo como uno de los agentes socializadores básicos crea y sostiene ideologías y concepciones espontáneas que definen los roles de género de mujeres y hombres. Es durante la adolescencia (entre los 12 y los 18 años) cuando estas construcciones simbólicas de la realidad toman su mayor expresividad y se asumen e integran dentro de la vivencia de la sexualidad, de las relaciones personales y de los proyectos de vida y comportamientos habituales. Es decir, las ideologías y las concepciones aprendidas o reforzadas en la escuela en torno a la identidad y condición de género troquelan la individualidad generando modelos de comportamiento que aparecen en nuestra sociedad como problemáticos. El espacio social queda definido entonces en términos masculinos ya que el origen de nuestra sociedad es patriarcal, esto supone una transformación de las mujeres hacia modelos masculinizantes y la pérdida de espacio y de modelos de los hombres que cada vez ven el espacio que les define frente a las mujeres más reducido. El resultado de tal proceso es el caos de las masculinidades y la anulación de todo aquello considerado femenino.
Las capacidades académicas vienen determinadas por la asunción de un rol masculino o femenino al igual que las temáticas seleccionadas para el estudio. El fracaso escolar de los varones es muy superior al de las mujeres y crece especialmente en el tramo de edad de la adolescencia. Por otro lado, la motivación por el logro es prácticamente inferior en los varones en comparación con el crecimiento que experimenta en las mujeres.
Las mujeres abandonan el espacio doméstico en pos de una mayor ocupación del público, sin embargo para los varones es impensable el flujo contrario. La consecuencia es que el espacio doméstico queda deshabitado, con lo que ello supone para la crianza y el cuidado de las hijas y los hijos. Los roles femeninos y masculinos se entrecruzan pero siempre desde la consideración de que un hombre pierde prestigio al tomar roles tradicionalmente femeninos, mientras que una mujer gana una mejor consideración social al entrar en el mundo del trabajo y de lo público. Se ejercen una paternidad y maternidad ausentes. El ocio es un espacio plenamente reservado a los varones mientras que las mujeres no disponen de él por duplicar su jornada entre lo público y lo privado o no se creen con derecho a poseerlo, es por ello que la mayoría de las actividades de ocio se diseñen para los varones. A pesar de la creciente entrada de la mujer en el mundo laboral, continúa existiendo una importante discriminación laboral relativamente aceptada por la sociedad que sigue considerando que la mujer tiene menor capacidad para todos aquellos trabajos que tengan que ver con el estudio, la gestión o la fuerza física, mientras que sí se las considera dentro del espacio del cuidado, la educación y lo doméstico, pero siempre percibiendo sueldos inferiores. Todo esto puede verse reflejado en las ideologías y concepciones actuales de los adolescentes.
Nada de esto puede evolucionar hacia un cambio sin antes modificar la expresión pública de las masculinidades. Si no surge una idea distinta de varón, no es posible que la mujer y el hombre convivan desde la igualdad y la equidad y sin la necesidad de modelos y roles de género castrantes.
Los modelos tradicionales de varón generan una idea del éxito estereotipada que no deja lugar a la mujer. A su vez, promociona comportamientos violentos y agresivos en los varones que imitan las mujeres ya que, a pesar del rechazo aparente ante dichos actos, la violencia se considera en nuestra sociedad como un mecanismo útil para alcanzar objetivos. El andro-centrismo y la lucha entre los géneros refuerzan las diferencias entre hombres y mujeres. La homofobia aparece como otra de las claves para reforzar la identidad masculina y la ejercen también las mujeres.
Las relaciones entre los géneros están mediatizadas por la definición de género y aparecen modelos diferentes y frecuentemente antagónicos de amistad, amor y sexualidad, impidiendo la formación de modelos coincidentes, complementarios o compatibles. También las relaciones entre personas de un mismo género se ven afectadas por estas predeterminaciones sociales, en especial en la relación entre los varones donde la intimidad, el cariño o la proximidad física quedan anuladas. Consideramos que los varones no poseen ni motivación ni estrategias para el cambio hacia la equidad ya que no existen modelos de varón socialmente reforzados (dado que la competitividad es muy elevada). Tampoco existe una conciencia de la necesidad de cambio, y si existe, es solo desde la apariencia del eslogan social de un feminismo en pleno desarrollo, pero que aún no ha calado en la conciencia individual.
Ni mujeres ni hombres pueden dar explicación a la discriminación y la diferencia lo que hace de esta circunstancia algo aún más abstracto y más complicado de cambiar. Los resultados alcanzados son ricos y diversos, sin embargo intentaremos centrarnos en tres puntos clave:
- Las paradojas de las masculinidades en el siglo XXI y el mantenimiento del modelo tradicional de masculinidad.
- Expresión de las emociones en varones adolescentes y génesis de la violencia.
- Aplicación práctica de los resultados y creación de una conciencia crítica frente a las masculinidades.