3. El núcleo del problema de la representación lingüística desempeñada por el género gramatical: los sustantivos referidos a seres sexuados
Tipología de sustantivos referidos a seres vivos
En efecto, en muchos de los sustantivos referidos a seres sexuados –en la mayoría de los referidos a persona– el género gramatical se corresponde con diferencias en la forma de la palabra o en la concordancia y con los contenidos semánticos ‘mujer/hembra’ (femenino) o ‘varón/macho’ (masculino).
Tenemos las siguientes opciones:
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Sustantivos variables. La alternancia de género y la forma de la palabra covarían con la diferencia sexual: fotógrafo/fotógrafa, decorador/decoradora, químico/química, fiscal/fiscala, presidente/presidenta, conde/condesa.
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Sustantivos comunes en cuanto al género. Tienen forma única con capacidad para designar alternativamente a mujeres y hombres, siempre que se manifieste en la concordancia con el artículo o con determinantes y adjetivos que presenten variación de forma para el femenino y el masculino: (el/la) anestesista, viajante, pediatra, suicida, cuentacuentos, forense, chef.
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Sustantivos heterónimos. La diferencia sexual se manifiesta en pares de palabras de diferente raíz, como hombre/mujer; padre/madre; padrino/madrina; yerno/nuera.
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Sustantivos epicenos. Se refieren a seres sexuados que presentan una forma única, bien de género gramatical femenino, bien masculino, y no especifican el sexo del referente. Entre los referidos a personas, contamos con términos de género gramatical masculino como cadáver, ídolo, personaje, persona, ser humano; o de género femenino, como criatura, pareja, persona o víctima. En este último grupo cabe incluir los sustantivos de significado colectivo o abstracto que designan un conjunto homogéneo de personas sin referirse al sexo de tales individuos. Son masculinos términos como alumnado, auditorio, electorado, parlamento, profesorado, pueblo, tribunal o vecindario; son femeninos otros como abogacía, academia, agrupación, asamblea, asociación, ciudadanía, clase, congregación, cuadrilla, descendencia, dinastía, gente, patrulla, peña, población o tropa.
¿Qué consecuencias tiene el funcionamiento en el discurso de los sustantivos referidos a personas?
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Los sustantivos personales son minoría cuantitativamente hablando pero su relevancia cualitativa y cultural es máxima porque en la mayor parte de los intercambios comunicativos las personas hablan con otras personas o a propósito de tales.
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Por lo tanto, junto con muchos otros mecanismos lingüísticos, el género gramatical de tales sustantivos también contribuye a crear las condiciones en que las mujeres y los hombres emergen -o quedan ocultos- tanto lingüística como socialmente.
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Y lo cierto es que la comunidad de habla manifiesta notables diferencias, atravesadas de ideología, a la hora de valorar las formas masculina y femenina del mismo concepto.
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Se alega, por ejemplo, que química o segadora son ya los nombres de una ciencia o de un objeto para rechazarlos como designación de las mujeres que ejercen esas ocupaciones. Pero no se dice lo mismo en el caso de frutero o cajero, que presentan iguales condiciones, pero ahora referidas al masculino.
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Aunque ya estén casi en desuso, en la historia reciente han sido frecuentes los sustantivos femeninos referidos a mujeres con el significado “esposa de”: alcaldesa como “mujer del alcalde” o farmacéutica como “esposa del farmacéutico”.
La boticaria. Antón Pávlovich Chéjov
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Asimismo, son muchos los sustantivos femeninos que, a diferencia de su correspondiente masculino, presentan connotaciones insultantes o prejuiciosas, como verdulera, parienta o cortesana.
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Ese conjunto de asimetrías actúan de trasfondo para las resistencias a emplear términos femeninos de profesión perfectamente formados e, incluso, recomendados normativamente, como médica, abogada, ingeniera, etc., que siempre lo son de cargos o puestos de alta estima social.
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