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2. Definiciones de Lectura digital

Un problema inicial al que nos enfrentamos al hablar de las competencias en lectura digital es la multitud de significados del término. ¿De qué hablamos al referirnos a la lectura digital? Existen al menos tres grandes definiciones: lectura en dispositivos digitales, lectura en formatos digitales, y lectura en Internet. Conocer las particularidades de la lectura digital y las diferencias y semejanzas con la lectura en papel nos va a permitir introducir las competencias específicas que se deben trabajar en los diferentes escenarios digitales.

2.1. Leer en papel o en dispositivos digitales

Empezamos por distinguir este tipo de lectura en función del medio y de sus características. Una primera definición de lectura digital es la lectura que se da en dispositivos digitales, ya sean ordenadores, tabletas, móviles o libros electrónicos. Este tipo de lectura se suele contraponer a la lectura que se realiza en formato papel, como si ambas fueran opuestas. En realidad, la lectura en ambos formatos se solapa en gran medida, como vimos en el apartado anterior. Pero también es verdad que el formato digital introduce multitud de diferencias, entre ellas los géneros de lectura que se pueden representar, los métodos para avanzar en la lectura, el tamaño de las páginas, así como la posibilidad de realizar otras tareas más allá de la lectura (Tabla 1).

 

Lectura en papel

Lectura en dispositivos digitales

Géneros de lectura

Narrativa, poesía, biografía, ensayo, informativo, etc.

Mismos que lectura en papel, más: redes sociales, foros, correos electrónicos, blogs.

Avance en la lectura

Páginas

Scroll vertical u horizontal, scroll infinito, función de búsqueda

Tamaño de las páginas

Tamaño standard

Tamaño standard, tamaño reducido (móviles)

Otras tareas

Solo lectura

Múltiples pantallas de lectura, videojuegos, audiovisuales, etc.

Tabla 1. Diferencias entre la lectura en papel y la lectura en dispositivos digitales.

Aunque en definitiva se trate de una comparación muy gruesa, pensar en la dicotomía papel vs. digital nos permite identificar las características de los dispositivos digitales que pueden presentar una oportunidad en últimos años de primaria o secundaria, así como aquellas que pueden constituir una barrera para la comprensión. La Tabla 2 describe las potencialidades y barreras más relevantes de la lectura en dispositivos digitales.

 

 

Potencialidades

Barreras

Géneros de lectura

Acceso inmediato a variedad de información, como foros especializados

Acceso a textos con lenguaje no académico, lo que impide practicar vocabulario y estructuras complejas

Avance en la lectura

Permite encontrar una palabra en el texto de forma inmediata

Scroll vertical dificulta recordar dónde se encuentra la información en el texto

Tamaño de las páginas

Permite ajustar el tamaño a personas con dificultad visual

Lectura en pantallas pequeñas, como la de los móviles, pueden dificultar lectura de textos largos

Otras tareas

El alumno puede acceder a mucho material educativo en un mismo dispositivo: textos, audios, videos…

Favorecen la multitarea (realizar varias tareas a la vez), lo que dificulta la comprensión de los textos

Tabla 2. Potencialidades y barreras de la lectura en dispositivos digitales.

Efecto de superioridad del papel

La mayor barrera a la que se enfrentan los estudiantes al leer en dispositivos digitales es que en muchas ocasiones tienden a comprender un poco mejor un mismo texto en formato papel que en digital (efecto de superioridad del papel). Este fenómeno se sustenta en una sólida evidencia meta-analítica, en estudios desarrollados por la ERI Lectura de la Universidad de Valencia (Delgado y cols, 2018). Cabe recalcar que un metaanálisis es un estudio de revisión estadística en el que se incluyen los resultados de todos los trabajos de investigación que se han realizado durante un periodo de tiempo determinado sobre un mismo objeto de estudio. En este caso se analizó la posible diferencia en el nivel de comprensión lectora entre la lectura en papel y la lectura en dispositivos digitales, desde enero del año 2000 hasta 2017. Para ello se analizaron un total de 54 estudios con aproximadamente 170000 estudiantes, desde educación primaria a estudios universitarios.

La inferioridad que encontramos en la comprensión lectora en medios digitales muestra un efecto pequeño, pero es significativo. Es lo esperable, no cabría pensar que vamos a perder nuestra habilidad lectora en un grado elevado por el hecho de cambiar de papel a pantalla. Pero sí es importante señalar que el efecto encontrado es incluso algo mayor que algunos resultados reportados por otros trabajos de metaanálisis que revisan los efectos beneficiosos de intervenciones educativas mediante nuevas tecnologías. Qué explica esta aparente inferioridad de la lectura en pantalla es algo que aún no conocemos. Existen distintas hipótesis y probablemente inciden diversos factores. Una línea de trabajo que ofrece una explicación plausible es aquella llevada a cabo por la profesora israelí Rakefet Ackerman y su grupo de investigación. Los resultados de varios estudios que han llevado a cabo sugieren que los procesos de autorregulación cognitiva se ven mermados cuando nos enfrentamos en el formato digital a tareas exigentes como la lectura. Simplificando, parece que aparecen dificultades para identificar el grado de dificultad de la tarea y, especialmente, para valorar el propio nivel de comprensión o de aprendizaje que alcanzamos tras leer textos cuando lo hacemos en el formato digital. Estas dificultades aparecen en la mayoría de los casos cuando los participantes disponen de un tiempo limitado para realizar la tarea, y esto es algo que hemos encontrado también en nuestro metaanálisis: aquellos estudios que impusieron un tiempo límite a los participantes ofrecen peores resultados para la lectura en formato digital. Esto es congruente con la hipótesis de dificultades en los procesos de autorregulación cognitiva, ya que dichos procesos juegan un papel más decisivo cuando disponemos de tiempo limitado y, por tanto, debemos decidir cómo distribuir nuestros esfuerzos.

La anterior hipótesis se encuentra en clara relación con otras ideas, como las expuestas por Nicholas Carr, quien advierte de que la lectura en medios digitales, especialmente en Internet, nos está llevando a una lectura más superficial, motivada por la gran cantidad de información a la que accedemos en Internet, y nuestra forma de acceder a ella, puesto que solemos leer de forma acelerada, pasando con gran rapidez de un texto a otro, de una noticia a otra, de un comentario en Twitter a otro. Esto nos estaría llevando a ser más propensos a distracciones y a tener dificultades para leer en profundidad y concentrarnos en textos largos, lo que a su vez podría estar relacionado con los déficits de autorregulación antes mencionados.

Otras explicaciones giran en torno a cuestiones ergonómicas, como un posible efecto negativo del brillo de la pantalla, que resultaría en un mayor cansancio durante la lectura, o una mayor dificultad para construir una imagen mental de la estructura del texto debido a la distinta organización de la información en el medio digital. Incluso otros autores señalan que la experiencia de leer en formato impreso implica mucho más a nuestro cuerpo, por ejemplo, por el hecho de contar entre nuestras manos con un libro, controlando las páginas con nuestro sentido del tacto, lo que haría el proceso de lectura mucho más envolvente, facilitando la concentración.

Una interpretación común, aunque errónea a la luz de la evidencia empírica, es que la superioridad del papel es algo de las generaciones antiguas. El efecto debería desaparecer en los llamados «nativos digitales», nuevas generaciones educadas desde edades tempranas a leer en digital (Figura 1, panel izquierdo).

Gráfica bidimensional de la experiencia de usuario en las variables: comprensión lectora y experiencia con la tecnología

Figura 1. Posibles predicciones sobre la diferencia entre el nivel de comprensión lectora en papel y en pantalla, dependiendo de la experiencia de las nuevas generaciones con la tecnología.

Al contrario de lo que se plantea desde esta visión, lo que se encontró en el metaanálisis (Delgado et al., 2018) es que las personas de estas generaciones más recientes muestran un peor nivel en la comprensión lectora digital. Es decir, la diferencia en comprensión lectora entre ambos medios de lectura sería mayor en estudiantes universitarios en el año 2016 que en estudiantes de este mismo nivel educativo en el año 2005 (representado en la Figura 1, panel derecho). Este resultado es hasta cierto punto contrario a lo que cabría pensar intuitivamente. Se podría asumir que las generaciones más recientes, cuyos integrantes han crecido desde sus primeros días en un mundo «más digital», tendrían mejor comprensión lectora en medios digitales por ser más versados en el uso de esta tecnología. Sin embargo, no parece el caso, sino lo contrario: estas nuevas generaciones leen peor cuando el formato es digital. Parece que cuanto más extendido está el uso de los dispositivos digitales, y por tanto mayor y más temprana es la experiencia con ellos, la inferioridad de la lectura en pantalla aumenta.

A la luz de estos resultados, ¿debemos seguir apostando por la lectura digital? Frenar la presencia de la tecnología digital en las aulas, dado nuestro nuevo orden digital, es irreal. Más aún, el medio digital es cada vez más, si cabe, el principal medio de información y herramienta de trabajo. Por tanto, los sistemas educativos no pueden eludir la tarea de educar a los y las estudiantes y formarlos para el manejo de información en estos medios. Aunque como ya hemos dicho, no parece que su mera inclusión masiva sea suficiente. Es necesario focalizar esfuerzos en cómo y para qué las usamos. Es aquí donde es necesario profundizar, tanto desde la investigación como desde la práctica educativa, para llegar a comprender cuáles son las circunstancias que favorecen el desarrollo de la competencia digital. Sin embargo, los sistemas educativos de todo el mundo tienden a incluir innovaciones sin conocer si estas realmente funcionan y, lo que es peor, no se suelen evaluar los resultados tras dicha inclusión. No podemos permitirnos que esta situación siga manteniéndose respecto a la inclusión de las nuevas tecnologías en un mundo totalmente inmerso en la era digital.

2.2. Formato digital interactivo

Una segunda definición de lectura digital es aquella que se da en formatos digitales interactivos, lo que se suele contraponer a la lectura lineal que tradicionalmente se espera del lector de textos en papel. De esta forma, un texto originalmente escrito para ser leído de forma tradicional (del inicio al final), como unos apuntes en formato PDF que pueden ser simplemente imprimidos sin por ello cambiar su esencia, no sería un texto digital. Recordemos que a este tipo de textos "tradicionales" el marco de PISA se les clasifica como textos estáticos.Bajo la definición de lectura digital que nos ocupa se enfatizan las características interactivas de los formatos digitales, que no solo cambian las potencialidades ofrecidas por el texto (ej. clicar en un enlace y así ampliar una información para la que el lector necesita más contexto), sino también las exigencias requeridas al lector (ej. recordar el hilo conductor del texto que se estaba leyendo al regresar de una página a la que se accedió desde el texto original). PISA se refiere a este tipo de textos como "textos dinámicos", como vimos en el segundo módulo del curso.

Desde el punto de vista educativo es importante identificar que las características del formato digital demandan que el lector aprenda formas de lectura distintas a los formatos lineales. La investigación ha encontrado que en realidad el alumnado con buenas competencias en lectura tradicional también es bueno en la competencia de lectura digital. No se trata, por tanto, de dar menos peso a la enseñanza tradicional de la comprensión, sino de complementar esta con las particularidades de los formatos digitales. Podemos agrupar en tres categorías las grandes diferencias introducidas por los formatos digitales: avance en la lectura, estructura lingüística y características interactivas (Tabla 3).

 
 

Texto tradicional

Texto digital

Avance en la lectura

Orden inducido por el autor del texto.

Navegación a través de hiperenlaces o ventanas.

Estructura lingüística

Lineal

Lineal, jerárquica, en red o mixta.

Características interactivas

Ninguna

Hiperenlaces, videos, ventanas emergentes, cambio de tamaño letra.

Tabla 3. Diferencias entre el texto tradicional y el texto digital.

De nuevo, las características introducidas por los textos digitales ofrecen potencialidades y barreras para el aprendizaje, que debemos considerar a la hora de fomentar las competencias en lectura digital. Estas se describen en la Tabla 4.

 
 

Potencialidades

Barreras

Avance en la lectura

Permiten avanzar para cubrir las necesidades del lector: clicar en un enlace para ampliar, tener dos ventanas para comparar…

Al permitir un avance no-lineal, el lector es responsable de crear el hilo conductor de la lectura, y por tanto existe el riesgo de perderse fácilmente

Estructura lingüística

Permite presentar conocimientos con relaciones no lineales (ej. las causas de un fenómeno histórico a partir de un mapa conceptual)

Como en el caso anterior, la navegación no-lineal exige que el lector cree el hilo conductor

Características interactivas

Permiten introducir representaciones no textuales en los documentos

Pueden suponer una distracción si desvían al lector del hilo conductor del texto

Tabla 4. Potencialidades y barreras de los documentos digitales.

2.3. Lectura en Internet

Una tercera definición de lectura digital es la que se centra en la lectura en Internet, que se suele contraponer (a parte de la lectura en papel y la lineal) a la lectura de textos editados por profesionales, ya sean editoriales académicas, autores expertos o medios de comunicación de prestigio. Desde esta perspectiva, se enfatiza la naturaleza abierta de las publicaciones en Internet, donde textos escritos desde el ámbito científico son igual de accesibles que textos escritos por neófitos, no resulta fácil, en muchas ocasiones, distinguirlas meramente por su aspecto visual. Por tanto, que quien lee asuma una lectura crítica de la información pasa a ser central desde esta perspectiva. Varios factores resultan esenciales para detectar la información poco fiable en Internet, incluyendo algunos vinculados a la autoría, así como otros de las propias plataformas de Internet. En cuanto a la autoría de los textos en Internet, un factor esencial es determinar la fiabilidad del mensaje, para lo que resulta útil distinguir entre la experiencia y la benevolencia de quien los escribe.

El autor experto posee conocimientos académicos avanzados en la materia, o amplia experiencia práctica en el tema. Como tal, el experto suele argumentar a partir de evidencias sólidas y de un razonamiento lógico. En principio, en Internet es fácil acceder a las credenciales académicas de los distintos autores, si bien es cierto que dichas credenciales pueden falsificarse fácilmente (ej. página web de promoción de un producto que dice estar avalado por expertos). Por otro lado, el autor benevolente tiene como gran objetivo informar sobre una temática, incluyendo las diversas perspectivas que puedan existir sobre temas complejos. Por el contrario, el autor poco benevolente tiene otros intereses al escribir: buscar vender un producto o promocionar una visión ideológica en particular. En este caso, no resulta tan fácil detectar la falta de benevolencia, más allá del análisis crítico de la información por parte del lector. Pero ese análisis resulta esencial, ya que la fiabilidad de la información depende de la combinación de un nivel elevado de experiencia con una alta benevolencia. Un experto puede saber mucho del tema, pero escribir para favorecer una línea editorial sesgada.

En cuanto a las características sobre la fiabilidad ligadas a las características de las plataformas de Internet, merece la pena destacar los sesgos introducidos por las listas de los buscadores, así como las cámaras de eco generadas en las redes sociales. Una mayoría de usuarios considera que los buscadores de Internet proporcionan en los primeros lugares de la lista de resultados las mejores páginas para la búsqueda requerida. Aunque esto es cierto en muchos casos, sobre todo cuando buscamos temáticas poco polémicas, como los horarios de los autobuses urbanos de tu ciudad, no lo es cuando se trata de temáticas complejas para las que pueden existir distintas visiones (ej. efectividad de las dietas) y/o intereses contrapuestos. En estos casos, los buscadores introducen sesgos a la hora de presentar los resultados en las listas, por lo que a menudo aparecen en primer lugar no las páginas más relevantes con información experta y neutral, sino información comercial o sesgada. Por su parte, las denominadas “cámaras eco” de las redes sociales también requieren de una lectura crítica. Estas cámaras –ficticias- se dan porque los algoritmos de las compañías de las redes sociales tienden a promocionar más la información que concuerda con la información que uno mismo ha publicado, para maximizar la probabilidad de que el lector haga clic en la información (no en vano, el objetivo de las empresas no es educar en lectura crítica, sino ganar dinero a partir de las interacciones del usuario). A medio plazo, la participación en redes sociales puede generar la sensación de que todo el mundo piensa como uno mismo, lo que no da lugar a buscar alternativas a las propias ideas preconcebidas. Esto rompe radicalmente con el principio clave de la educación, que es el de fomentar una ciudadanía capaz de entender la complejidad del mundo desde diferentes perspectivas.