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4. El modelo construccionista

Como decimos, el modelo CI explica la comprensión más como una actividad pasiva basada en la activación automática de la memoria (es decir, de los conocimientos previos) que como una actividad activa impulsada por el lector. Llenando este vacío, la teoría construccionista, propuesta por Arthur Graesser y sus colaboradores (Graesser y cols., 1994; Singer y cols., 1994), presenta a la comprensión lectora como una actividad activa, impulsada por el lector. Aquí las metas, intenciones y estrategias de los lectores juegan un papel central. Por tanto, en este caso se atiende con mayor énfasis a procesos arriba-abajo, que parten de procesos iniciados por el lector (arriba) con cierta independencia del contenido del texto y determinan así el nivel de comprensión que se obtiene al decodificar la estructura superficial del mismo (abajo).

Este modelo se basó en el principio de esfuerzo tras el significado de Bartlett (1932), que se refiere a cualquier actividad cognitiva que intente conectar algo que aparece junto a algo distinto de sí mismo (p. 227) y que también es conocido como principio de búsqueda de significado en el campo específico de la comprensión (Stein y Trabasso, 1985). Este principio implica tres supuestos centrales que fueron explícitamente adoptados por el modelo construccionista: la meta del lector, coherencia y explicación.

Infografía sobre supuestos del Modelo Construccionista. Mas info en el enlace

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Para lograr dicho modelo de situación, los lectores generan inferencias (este es el principio de búsqueda del significado). Así, el principal objetivo del modelo construccionista es predecir cómo los lectores generan, mientras leen, tres tipos específicos de inferencias:

  1. Los objetivos superordinados, que motivan la acción de los personajes;
  2. Los antecedentes causales, que explican por qué se mencionan acciones, eventos o estados en el texto;
  3. Inferencias temáticas globales, que constituyen la esencia del texto. Consiste en establecer relaciones entre las principales ideas del texto y los conocimientos previos más relevantes. Los lectores a menudo generan estas inferencias, a menos que piensen que el texto no está bien escrito, que no tengan suficiente conocimiento previo o que sus objetivos no exijan construir un modelo situacional profundo y coherente (Graesser y cols., 1994).

El modelo también describe seis reglas de producción de inferencias con base en los supuestos anteriores. Estas reglas pueden dispararse dentro de cada ciclo de comprensión (aquí el término ciclo de comprensión puede entenderse tal y como se explica en el modelo CI) dependiendo de la información explícita en el texto. El modelo describe diferentes condiciones que desencadenan las reglas. Dichas reglas varían según los enunciados presentes en el texto o según la activación de diferentes elementos del discurso en la memoria de trabajo del lector. Cada condición activa diferentes procesos cognitivos que generan las inferencias, involucrando:

  1.  La búsqueda de fuentes de información en la memoria a largo plazo y la memoria de trabajo.
  2. Buscar información dentro de las fuentes de información.
  3. Aumentar la activación de información relevante en la memoria de trabajo.
  4. Verificar si las inferencias potenciales son compatibles con el contenido activo en la memoria de trabajo (para profundizar en las reglas y condiciones de producción de inferencias puedes leer Graesser y cols, 1994).

Como decíamos al principio de este apartado, la principal contribución de la teoría construccionista es que da cuenta de la generación de inferencias por medio de procesos que son iniciados por el lector. La identificación de estos procesos tiene implicaciones importantes en cuanto a las intervenciones educativas que buscan mejorar, por ejemplo, las estrategias de lectura (Graesser, 2007). Sin embargo, esto también podría considerarse como su principal limitación, dado que el modelo es esencialmente correcto solo cuando el lector intenta comprender el texto por placer o dominio a un ritmo más pausado, cuando el texto tiene cierta coherencia global y cuando el lector tiene algún conocimiento previo que le permita hacer inferencias (Graesser y cols. 1997, p. 183). Además, es un modelo fundamentalmente centrado en la comprensión de textos narrativos.